Diario de un confinamiento: Día 17. Veros reír.


La risa de Isabel.

Hay días que se me cae la casa encima y me agoto de mí mismo. En esos días necesito llamaros más. Sois mi vacuna para la incertidumbre, la soledad y la conciencia que a veces aparece como amplificando los errores que he cometido y que en muchas ocasiones habéis sufrido. Me conozco los trucos, las estrategias, los consejos para alejar los fantasmas del pasado y ponerlos en una pista de circo y domarlos para hacerlos compañeros soportables. Pero no hay atajos para la soledad fría, la de no teneros cerca, y saber que además el mundo se ha vuelto más hostil para vosotros que sois el futuro, que tenéis la vida por delante con el naipe más duro sacado por el destino en el último siglo.

A mí hoy la crisis me ha golpeado y he sentido miedo, pero cuando os llamo ese miedo se aleja y lo visto de normalidad, de consecuencia inevitable, de un ya saldremos de ésta. Siempre os pregunto qué habéis comido, cómo están vuestros amigos, que tareas tenéis. No os acostéis tarde, no son vacaciones, hacedle caso a mamá. Me temo que queda mucho más de lo que nos dicen y mucho más después y más difícil cuando regrese la normalidad que nunca volverá a ser normal. Vosotros estaréis más grandes y yo un poco más mayor, que no viejo, porque vuestras llamadas me llenan de colágeno el corazón.

Estáis aburridos, estáis hartos, estáis inaguantables, estáis confusos. Pero estáis, que es lo importante. Ajenos todavía a lo que reste por llegar porque para vosotros esto es un paréntesis y no una ruptura que va a ser difícil de coser. Las puntadas serán para nosotros.  Trataré de que os afecte lo menos posible. Hace poco os recogía  caídos de un tobogán o un columpio y ahora quiero abrazaros para apartaros de los días que asustan cuando todo esto pase.

Los padres no tenemos miedo. Oficialmente. Pero el vuestro a veces lo siente. Aunque no os lo digo, ni lo muestro ni os lo comparto. Porque no existe peor miedo que el de no veros nunca. Esa es la verdadera indigencia.

Y de momento, sobre todo en días como este, con una hora menos, yo he disfrutado de minutos de más para miraros por la pantalla.

Hoy ha sido un mal día. Pero veros reír me ha curado.