La posibilidad


Ayer el señor Bellido habló de la posibilidad. En una comparecencia ante los medios locales nos comunicó que Cristóbal Montoro (ministro de Hacienda en espíritu presente) reconocía en una entrevista que “existía la posibilidad de suspender la ley de estabilidad presupuestaria porque recoge situaciones de excepcionalidad”. Es interesante que en el discurso político aparezcan conceptos ontológicos como el de la potencia, esto es, que existen propiedades o hechos que son posibles. En realidad, y así lo especificó el alcalde de Córdoba, es que el señor Montoro reconocía una modalidad ontológica por la cual se podía suspender a la ley Montoro. Don Cristóbal nos brindaba, por tanto, el ejercicio público de la fagocitación: el autor se come a la propia ley que ha parido. Este apunte cargado de metafísica, biología y jurisprudencia se realizó después de que en el Congreso de los Diputados – sí, han vuelto después de las vacaciones- no prosperara el decreto ley conocido como el de los remanentes por el cual el Gobierno dispondría de los dineros de los municipios para devolverlo en plazos propios de los Corleone y como haciéndoles un favor. Nada personal, sólo negocios. El gasto que los municipios debían hacer también estaba sujeto al dictamen progresista y sostenible del Gobierno, o sea, que las colas de los parados se hagan sobre carriles bici o que podamos acudir al local de Cáritas más próximo en transporte público no contaminante.

Como no voy a contarles lo de la Federación de Municipios otra vez, donde se pergeñó tal afrenta con el voto de calidad de un presidente gallego y socialista, acudamos de nuevo a la posibilidad que recordaba nuestro alcalde, y que nos ofrece una perspectiva distinta de toda la bronca de este verano, donde España se ha dividido entre PCR positivos y negativos, fumadores con mascarilla o veganos sin ella, y políticos prosuperávit o anti-remanentes. Lo que vino a decir el señor Bellido es que si el PSOE, única formación que defendía tal medida, conocía esa posibilidad, entonces ha quedado como la chata, porque la argumentación de los antaño socialistas, obreros y españoles (ahora solo son partido) era la asfixia a la que estaban sometidos los municipios con el corsé de la denominada ’ley Montoro’. Un corsé inamovible salvo por un decreto ley que deshiciera tal nudo gordiano. Heráclito contra Parménides, o sea, el cambio frente a la inmovilidad. Tal es el nivel de los discursos a poco que uno esté atento y deje de ver lo que le cuentan en la Sexta y descubra la profunda formación clásica de nuestros legisladores.

Para los que no somos juristas y solo ejercemos de contribuyentes todo esto nos haría sospechar que don Cristóbal Montoro, en la citada entrevista, nos hizo un Messi, sacando la cláusula sorpresa de la excepcionalidad. El concepto de posibilidad montoriense es a su vez una modalidad lógica: es probable que nos acabe costando un pico, y ahora ya nos remitimos a los hechos y no a las posibilidades. Porque lo que Montoro aporta como una solución – y la excepcionalidad de la pandemia es un factor a tener en cuenta- siempre puede acabar con un 15% de IRPF más cada mes. Los posibles no existen pero subsisten, como la presión fiscal. Quiero decir que las soluciones Montoro no son precisamente liberales. Desconozco por qué nadie reparó en tal posibilidad apuntada por el exministro, sobre todo en su formación política. Y si lo hicieron, no lo supieron explicar entre tanta comparecencia estival lamentado el atentado contra el municipalismo. El municipalismo, en realidad, va de euros, no de municipios.

Lo que sí parece cierto es que existe una posibilidad de pararle los pies a Sánchez y sus secuaces desde diestra y siniestra en el Congreso, más allá del decreto ley ahora no aprobado. Cuando les tocan el bolsillo no importa si son unos o batasunos. El municipalismo, de paso, ha descubierto lo que sufrimos el resto de los españoles.

Ahora bien, está la posibilidad de que si recuperan el control  de sus ahorros, los ayuntamientos se los gasten en estudios de cómo salir de una pandemia con perspectiva de género.  Y eso es ya una realidad.

Pero sobre esa categoría reflexionaremos en otra ocasión.