Solidaridad vs. mediocridad


En vez de meter la mano en la caja, se dedican a llenar la caja para que sirva de ayuda a quienes son como nosotros y lo pasan mal, vivan en África o en Ciudad Jardín

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Voluntarios de la Fundación Bangassou. /Foto: LVC

Los temas de conversación de los últimos días en cualquiera de las ocasiones en que dos o más personas han coincidido en algún lugar van de la lluvia que, por fin, ha llegado a las posibles consecuencias de un nuevo Gobierno, sin olvidar, por supuesto, la condena por corrupción del caso de los ERE pese a los intentos del argumentario socialista desplegado por tierra, mar y aire para intentar acallar las consecuencias a un PSOE que ha quedado noqueado por más que se intente blanquear a los condenados. 

Insisten en que son “buena gente” y esto me recuerda la anécdota que cuentan de Antonio Cánovas del Castillo, que en el tocho de expedientes que entregó un día a la reina María Cristina para su firma coló uno para que se le concediera la gran cruz de Carlos III a un amigo suyo. Con rigor austriaco, la monarca repasó la documentación de cabo a rabo y advirtió que carecía de mérito alguno para tan alta condecoración. Pidió explicaciones al político malagueño y éste, con todo el morro del mundo, respondió con grecejo que se le daba la condecoración porque “no ha hecho mal a nadie”. A partir de este momento quedó instaurado en la vida política española el “buena gente” como categoría máxima de calidad humana, a la que han acudido en bandada los socialistas para intentar salvar de la quema a los ya achicharrados. Torpe excusa.

Lamentablemente, todos estos temas de conversación han eclipsado dos hechos que ponen de manifiesto la alta calidad humana de los españoles en general y de los cordobeses en particular. La mayoría social no pierde el tiempo en hacerle la puñeta al resto, sino que despliega sus cualidades más solidarias para ayudar a quien realmente lo necesita. Es una legión anónima, silenciosa, que no busca reconocimiento alguno, sino el cumplimiento de unos fines que, en vez de meter la mano en la caja, se dedican a llenar la caja para que sirva de ayuda a quienes son como nosotros y lo pasan mal, vivan en África o en Ciudad Jardín.

Este fin de semana de noviembre se ha ganado en propiedad el ser conocido como el de la Gran Recogida, que no es otra cosa que la salida, con frío y lluvia, de 3.000 voluntarios en Córdoba que se reparten en más de 150 supermercados y, con una sonrisa en la cara, te ofrecen una bolsa vacía para que la llenen de aquello que puede ayudar a los demás. Cordobeses a título particular, miembros de hermandades, peñas y demás colectivos derrochan generosidad con el reto de superar los 300.000 kilos de productos para el Banco de Alimentos. 

Además, ayer también se demostró solidaridad de la buena gracias a la Fundación Bangassou. Muchos cordobeses acudieron, como vienen haciendo en los últimos sábados, a la llamada para participar en la clasificación y empaquetado de productos de todo tipo, así como cargarlos en contenedores que tienen como destino la República Centroafricana.

Hablar en Córdoba en Bangassou es hacerlo del obispo Juan José Aguirre, quien ha conseguido sensibilizar no sólo a los cordobeses sino a muchos españoles más para ayudar sin límite a un rincón del continente africano que no sólo es de los más pobres sino también de los más inestables políticamente, donde un tiro te puede volar la cabeza en cualquier momento.

El ejemplo de Aguirre, quien no ha dudado en servir de escudo humano para que no asesinaran al imán de una mezquita, es constante. En sus entrevistas y en sus frecuentes cartas desde Bangassou describe en primera persona una situación límite que sólo pueden contar los misioneros, que son los permanecen en medio del terror y de la muerte hasta el último momento.

Estas muestras de solidaridad del Banco de Alimentos y de la Fundación Bangassou son la bocanada de aire fresco en medio de una semana dominada por el mangazo, la mediocridad y el embuste. Estos voluntarios anónimos sí nos transmiten la esperanza en que no todo está perdido.