La Albolafia como punta del iceberg


No hay más que ver las imágenes del embarcadero o del molino de Martos, hoy perdido en medio de un bosque consentido por la Confederación

Molino de la Albolafia
Molino de la Albolafia. /Foto: LVC

Esta semana anunciaba la delegada de Casco Antiguo, Laura Ruiz, que en el anteproyecto de los presupuestos de este año se contempla la cantidad de 100.000 euros para la restauración del molino de la Albolafia y la puesta en uso de su noria. Hasta aquí muy bien, todo correcto. Los técnicos han estimado esta cantidad para la limpieza del edificio y para la reposición de algunos sillares deteriorados, así como para el arreglo de la estructura de madera, con lo que daría por terminada la operación después de retirar en su entorno más inmediato las inmensas capas de lodo acumuladas a lo largo de los años y que nadie se ha encargado de limpiar.

Pero el arreglo de la Albolafia es sólo una pieza dentro de un endiablado puzzle de competencias, intereses y dogmas medioambientales que no es tan fácil de desentrañar como pudiera parecer a primera vista. El edificio, con todas las protecciones habida y por haber, tiene su origen en el siglo IX, algo que salta a la vista, por lo que es preceptivo el pronunciamiento de la Consejería de Cultura, como ya advirtió la propia Laura Ruiz.

Pero a partir de ahí, que es donde acaban las competencias de esta concejal, es donde arrancan las complicaciones, porque el molino, lógicamente, está situado en pleno cauce del río Guadalquivir, que es competencia de la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir, en un tramo, conocido como los Sotos de la Albolafia, que tiene la declaración de Monumento Natural, que entra en el terreno de la Consejería de Medio Ambiente de la Junta. Un lío, vamos.

Para que la Albolafia vuelva a lucir como merece es necesaria una actuaciones de todas estas administraciones, que no son pocas, ya que todas tienen mucho que decir -y hacer- en este asunto. 

La Junta de Andalucía fue la que sobreprotegió los denominados Sotos de la Albolafia, con la excusa de la avifauna, lo que dio pie a la entrada de una vegetación de aluvión que en una década ha cambiado de forma radical el paisaje del Guadalquivir. Las islas crecen cada vez más y al agua cada día le cuesta más trabajo pasar. Mientras, el resto de molinos está asfixiado, cuando no perdido, entre la maleza sin que se pueda interpretar correctamente qué puñetas hacen ahí.

Otro factor desencadenante de que la vegetación invasiva haya tomado terrenos que no son suyos fue la prohibición del paso de ganado por las orillas del Guadalquivir, que en aquella época se consideraba algo feo y hoy serviría como noticia sostenible para cerrar un telediario. Aquellas ovejas, e incluso vacas, mantenían impolutas las márgenes fluviales y no había tanto que tener en periodo de inundaciones.

También hay que sumar que las tímidas limpiezas realizadas por la Junta en las últimas décadas -muchísimas menos de las que se necesitaban- se han hecho con un miedo pavoroso a lo que pudieran decir los colectivos ecologistas, no vaya a ser que las motosierras espanten los pájaros.

La otra actriz en este drama, la Confederación Hidrográfica, tampoco puede estar orgullosa de su papel en el aspecto actual que presenta el Guadalquivir a su paso por Córdoba. Desde 2013 se ha gastado más de 2,2 millones de euros, que no es ninguna tontería, en la recuperación del río y, visto lo visto, creo que no lo han recuperado del todo. 

Esta pasiva ciudad de Córdoba ha callado con esta actuación mientras en Facebook cada día se ponen fotos de cómo estaba el río hace 20, 30 o 40 años. Vamos, ayer mismo. La comparación deja mucho que desear. No hay más que ver las imágenes del embarcadero o del molino de Martos, hoy perdido en medio de un bosque consentido por la Confederación, cuando los cordobeses esperábamos que se recuperara la estampa de siglos. Juan Cuenca no diseño un parque para que se lo comiera la maleza.

Así pues, los 100.000 euros que se van a destinar a Albolafia ojalá sirvan para recuperar el río y que a partir de ahí se fajen bien el Ayuntamiento, la Junta y la Confederación frente a los grupos de presión para recuperar de verdad un Guadalquivir que cada día que pasa cuesta más trabajo encontrar.