El Milady Palace


Baena nunca defrauda. Cuando salta a la actualidad nacional lo hace con todas las de la ley, a lo grande, para que nadie dude su poderío

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Publicidad de un prostíbulo. /Foto: LVC

Lo vivido esta semana en Baena nos ha retrotraído a la Andalucía de hace unas décadas, cuando en los pueblos no se votaban tanto siglas cuanto apellidos. Los amantes de las estadísticas y los sondeos encallaban en unos resultados que sólo se podían interpretar desde un sustrato más profundo y sórdido, con raíces en la España del duelo a garrotazos, algo que no entiende de racionalidad.

Esa situación estaba asumida por todos, sobre todo por una derecha que no lograba rascar bola en una región prácticamente monocolor salvo en los grandes núcleos de población, que en algunos casos parpadeaban como el semáforo de un paso de cebra. Aquello se mantenía y soportaba como parte del folclore local hasta que comenzó a hacer pupa en otras instancias. Fue el momento en el que determinados escándalos forzaron los pactos antitránsfugas y unos códigos ético de obligado cumplimiento sólo cuando conviene, que cada vez es menos. Esto se aderezó con la nueva clase política, la que venía a regenerar al sistema y que en pocos años ha demostrado acumular todos aquellos defectos que prometían erradicar.

El caso de Baena es diferente porque se ha mantenido congelado en el tiempo, sin la llegada de siglas moradas ni verdes. Salvo en la primera corporación democrática, en la que gobernó el PTE, ha sido fiel al PSOE que se ha mantenido imbatible hasta 2019. 

Además, debido a este largo mandato socialista, Baena es un ecosistema donde el apellido Moreno sobrevuela sobre la localidad desde antes de que entrara en el Ayuntamiento un ordenador. En la avenida del Aeropuerto no se atrevían a rechistar a Luis, que hizo de la agrupación socialista de Baena una potente herramienta capaz de tumbar los resultados de cualquier congreso provincial del PSOE. Le consintieron todo, le hicieron delegado de la Junta y hasta senador del Reino.

Eran años en los que Baena era un feudo socialista, como lo era Montoro, Palma del Río o Pozoblanco. No es extraño que Luis Moreno añorara esos largos tiempo y no se ha resistido a tener su cuota de protagonismo en la moción de censura de esta semana. Su aparición en escena con gorra de paño, mascarilla FFP2 y cazadora enguatada abrochada hasta arriba recordaba la aparición en el escenario de Julián en la zarzuela ‘Los Gavilanes’ cantando ‘Mi aldea’. Igualito, aunque sin voz de barítono. ‘Mi aldea’, toda una metáfora.

En la zarzuela de Baena del jueves, que pide música de Barbieri o de Chueca, hubo vicetiples desgañitadas, sopranos desafinadas y algún tenor afónico que hicieron grande el espectáculo por más estrecho que fuera el salón de Plenos. Qué pena que en estos tiempos de pandemia no se pudiera disfrutar a gusto de esta sesión lírica, con un surtido ambigú en el vestíbulo, al lado de un puesto de palomitas.

El socialismo que firmó la abortada moción de censura era el mismo que aplaudía a Luis Moreno y el mismo que teme que éste levante la alfombra. El mismo. El PSOE de hoy de Baena es el mismo que “compraba votos” en los años noventa, como reconoció con toda sinceridad el candidato a la alcaldía, Francis Plazas, antes de caer en la cuenta de que la verdad es incompatible con la corrección política.

Baena nunca defrauda. Cuando salta a la actualidad nacional lo hace con todas las de la ley, a lo grande, para que nadie dude su poderío, como ocurrió con el caso del Milady Palace, el puticlub marbellí digno de que HBO ponga sus ojos en este ambiente sórdido y haga una serie con todos los aditamentos para enganchar al público, desde el asesinato del dueño al trabajo a la participación en la empresa de una candidata de Vox. Y el PSOE. 

En los últimos tiempos, como es sabido, el socialismo andaluz se ha enfangado en el gasto del dinero público en prostíbulos, así como en otras prácticas nada recomendables. Los nombres del Don Angelo, del Bahía 2, de La Casita, del Top Show Girls o del cordobés American Show no son los primeros ni los únicos prostíbulos en los que se ha gastado el dinero de todos los andaluces, porque antes estuvo el caso del Milady Palace, de Marbella, donde fue a parar la pasta de los baenenses.

Luis Moreno era el alcalde, cómo no, en aquellos tiempos, pero el caso del puticlub ni siquiera le rozó. Tampoco depuró responsabilidades, pese a que en su Ayuntamiento se falsificaban facturas con las que obtener un dinero para gastar en lo que usted ya se puede imaginar. Estas falsificaciones estaban maquilladas con conceptos como “gastos de Semana Santa”, para que nadie pudiera sospechar.

Al igual que en los otros casos de prostíbulos en los que dirigentes del PSOE eran clientes premium, en éste del Milady Palace se incorporó a la investigación judicial la transcripción de unas conversaciones telefónicas que son dignas del patio de Monipodio de nuestros días. En una, un trabajador municipal llamó una vez al puticlub preguntando si seguía allí aquella brasileña “que está muuuuuu buena”, lo que da idea de lo rijoso del personaje que se presentaba como ‘Juan el de Córdoba’.

Pero también estaba implicado en el caso el secretario de Luis Moreno, quien en una grabación dio en la clave de la afición por despistar el dinero de todo para gastarlo en bares de bombillas coloradas que luego creó escuela en el PSOE andaluz. Con una sinceridad a prueba de bombas señaló: “A mí me da cosa gastarme dinero mío… en estas cosas”. Más claro, imposible.