La mancha de la mora…


aún hay quien defiende la corrección política con cándidos argumentos no exentos de maldad

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Universitario de Estados Unidos. /Foto: LVC

Si tuviese edad me matricularía, fijo. Tiene mucho morbo la nueva universidad que se anuncia en Estados Unidos y cuyo único objetivo es defender el pensamiento crítico para alcanzar, o aproximarse, a la verdad y, de paso, combatir la corrección política. No está mal como punto de partida.

La corrección política es, precisamente, el ‘quid’ de la cuestión. En pocos años invadió el mundo occidental y parte del oriental con unas formas y métodos que no sólo superan a los de la inquisición, que queda en un juego de niños, sino también los de la Gestapo. Con rapidez han implantado un régimen de terror en toda la sociedad similar al de Europa y Rusia en los momentos más duros de la década de los 30 del pasado siglo, cuando había que medir muy bien qué se decía y delante de quién.

Raro es el día que no se ve en las redes sociales, fundamentalmente en Twitter pedir la crucifixión para un periodista o un escritor que ha profanado el catecismo progre y ha pisado, siquiera un poco, los terrenos de la incorrección política. A por él. Estas ejecuciones en público son el pan nuestro de cada día y raro es el día en el que no cae alguien por plantarle cara a los profetas de la corrección política.

Esta caza de brujas -que, por cierto, en España nunca fue tal- llega ya hasta el más mínimo resquicio de nuestra sociedad y ha alcanzado a contaminar lo que debería haber quedado indemne en pro de la salud democrática, como son las leyes y los temarios escolares.

Si el puritanismo decimonónico, que tanto daño hizo, tuvo su germen en la Inglaterra victoriana, esta corrección política de hoy, que tanto daño está haciendo, llega directamente a nuestros domicilios desde Estados Unidos, como si fuera un pedido de Amazon. Allí, que fueron los primeros en sufrir esta plaga, ya se están movilizando en su contra; aquí, en cambio, aún hay quien defiende la corrección política con cándidos argumentos no exentos de maldad.

Lo peor de este problema no es que uno piense una cosa ajena a la tuya, sino que quien se salga de los postulados políticamente correctos va a ser señalado -él y su familia- a perpetuidad. Si es una persona anónima, la condena no va a pasar de su lugar de trabajo, de su bloque de vecinos y acaso de sus cuñados. El problema es si tiene una cierta relevancia pública; entonces, las condenas le van a llover de todos sitios y no pararán hasta lograr su muerte civil.

Esta futura Universidad de Austin, que así se llamará, parte también con otro objetivo que está directamente relacionado con la corrección política y es combatir el pensamiento ‘woke’, que es ése que impregna de una falsa superioridad los discursos indigenistas que sueltan quienes precisamente tienen en su ADN trazas de aquellos criollos que en el siglo XIX sí exterminaron de verdad las tribus que hasta ese momento habían respetado los españoles. La cultura ‘woke’ sólo se guía por un revisionismo histórico, que también sufrimos en España, y que censura y condena todo aquello que vaya contra sus postulados dogmáticos.

En unos tiempos en los las universidades norteamericanas había perdido toda su primacía y credibilidad está bien que se sume ésta de Austin plantando cara a todo aquello que ha contaminado de forma peligrosa la cultura occidental. La solución al problema surgido en las universidades de EEUU va a venir de la mano de otra Universidad, igual que se limpia la mancha de la mora. Bienvenida sea la de Austin. (Ay, si pudiera me matricularía)