El tractorista y el liquidador


Tractor llevando a cabo labores de desinfección./Foto: BJ
Tractor llevando a cabo labores de desinfección./Foto: BJ

Chernobyl, 1986. El régimen soviético intenta ocultar una de las mayores catástrofes de la historia, la explosión del reactor nuclear de la central nuclear. Los datos tardan en llegar y cuando lo hacen son sesgados ¿Les suena?

Chernobyl, 1986. Los liquidadores son llevados hacia la muerte. Muchos lo desconocen, pero el denominador común es un sufrimiento atroz, antes de dejar este mundo. Pero hay otros, como los buceadores de Kiev, que se agarran de la mano y, como un tercio viejo de héroes de otro tiempo, van a cumplir con su misión. El precio es su vida, la recompensa salvar la de muchos que ni siquiera sabrán de su existencia.

La pandemia del coronavirus no es comparable en la magnitud del desastre, pese a que las vidas perdidas siempre son un fracaso del sistema, porque el sistema que quieren imponer -desde Moncloa y el casoplón de Galapagar- fue, es y será un fracaso. Por ellos y pese a ellos, la crisis está dejando testimonios de altura, en la parte más solidaria y heroica, pero también en la que define la endeblez mental de la manada borreguil.

En el primero de los ámbitos, permítanme mencionar a los tractoristas. Los incansables trabajadores del campo; a los que se les curte la piel de sol a sol; los que su trabajo no quieren hacer los que prefieren vivir de las ayudas (están los virus las bacterias y los parásitos, estos últimos con nombre y apellidos); los que hacen posible que en los supermercados no falte el alimento; los que van por pueblos y ciudades con sus tractores, desinfectando, poniendo en juego su salud desafiando al virus y ayudando al parásito a que no se ponga malito.

En el segundo de los campos (y no los de labor), el grupo más numerosos. La masa borreguil que pone la música a todo trapo en sus balcones cada tarde-noche sin pensar en que más de 500 personas se mueren al día por el bicho; la que no aplaude cuando pasan los tractores; la que se dedica a hacer política en las redes para defender lo indefendible, como lo es trabajar seis meses para vivir de la ayuda dos años; los que sacan al perro seis veces al día; los que se sienten James Dean de andar por casa saliendo hacer deporte, creyendo que la heroicidad radica en su propia estupidez. Lástima que no se den cuenta, pero esa es la esencia de la estulticia.