¿Orgulloso de ser español?


Ya decía el poeta catalán Joaquín Bartrina: “Oyendo hablar a un hombre, fácil es / acertar dónde vio la luz del sol; / si os alaba Inglaterra, será inglés, / si os habla mal de Prusia, es un francés, / y si habla mal de España, es español”. Por lo que la tarea de buscar a un sujeto que “hable bien de España” no parece fácilmente realizable si se pretende en lo dilatado del suelo patrio. Claro que, como en todo, siempre hay excepciones: véase por ejemplo Ortega y Gasset para el que lo que genuinamente español seria resumible en los siguientes términos: “espíritu, alma y vitalidad”.

Para rizar el rizo – pero siempre se habrá de reconocer que ha sido un clásico aquello del hispanista inglés – un hijo de la “pérfida Albión” como es G. K. Chesterton (1874-1936) nos ayudará en la urgente tarea – con la que está cayendo – de descubrir si se pueden tener motivos para un “sano orgullo de ser español”. Ya en harina – y a modo de advertencia preliminar – conviene retener lo que el propio Chesterton consideraría materia “si tuviera un solo sermón que predicar”: “Sin duda no hay mejor ejemplo de la definición de orgullo que la definición de patriotismo. Se trata del más noble de los afectos naturales, siempre que consista en decir: ‘Ojalá sea digno de Inglaterra’. Se convierte en el comienzo de una de las más ciegas formas de fariseísmo cuando el patriota se contenta con decir: ‘Soy un inglés’. Y no me parece accidental que el patriota haya visto generalmente la bandera como una llama, fuera de su alcance y mejor que él mismo, en los países de tradición católica como Francia, Polonia e Irlanda; y se haya endurecido en la herejía de admirar simplemente a los de su carne y de su sangre en los lugares más apartados de esa religión, sea en Berlín o en Belfast”.

Para Chesterton “el humor equivale a la humana virtud de la humildad, y es aún más divino porque, por el momento, capta mejor el sentido de los misterios”. Dicho lo cual identifica la citada virtud del humor con el “astro de las letras hispánicas”: “[…] apareció con el gran Cervantes un elemento nuevo en su expresión explícita: esa gran cualidad cristiana del hombre que se ríe de sí mismo. Cervantes era él mismo más caballeroso que la mayoría de los hombres cuando comenzó a burlarse de la caballería. Desde entonces, el humor en este sentido puramente humorístico, la confesión de complejidad y debilidad […] ha sido una especie de secreto de la alta cultura de Occidente. La influencia de Cervantes […] recorre todas las letras modernas, sobre todo las nuestras”.

Cuando en su Autobiografía narra su primer viaje a España deja perlas como las que siguen: “No percibí que los españoles fueran fundamentalmente distintos de los ingleses, salvo que un estúpido puritanismo había prohibido a los ingleses exteriorizar las espontáneas y saludables emociones que los españoles podían mostrar. La emoción más ostensible, según me pareció a mí, era lo orgullosos que los padres se mostraban de sus pequeños. He visto como corría un niño por la alameda de una gran calle y saltaba en brazos de un trabajador harapiento, que le abrazaba con un éxtasis más que maternal. Por supuesto, se puede decir que esto es muy poco inglés, lo que parece una reflexión sobre los ingleses poco generosa. Prefiero decir que lo más probable sea que el trabajador español no haya asistido a una escuela privada inglesa. Sin embargo, realmente hay muy pocos ingleses a quienes no les gustaría que esto sucediera. El puritanismo es sólo una parálisis que se petrifica en estoicismo cuando pierde el elemento religioso. Mi impresión de España fue precisamente esa especie de cordialidad y frescura. ¡Ah, sí! También vi El Escorial. Sí, menos mal que visité Toledo, es una maravilla, pero lo recuerdo mejor gracias a una espléndida campesina que escanciaba vino y hablaba sin parar”. Para el segundo de sus viajes no parece extenderse con muchos más comentarios: “si los catalanes me permiten llamarlo España”; “la visité a toda prisa en un coche que se lanzó por la costa este hacia Tarragona”.

Finalmente – y por contraste a los comentarios que este infatigable viajero dedica a otros lugares, véase como es el caso de los EE. UU. – será bueno traer a la memoria pasajes como el que sigue para reafirmarnos “en lo nuestro” y tener presentes verdaderos “avisos para navegantes”: “Escucharan hablar incesantemente acerca del peligro del bolchevismo. Cuando digo peligro venidero, probablemente un gran número de personas se imaginará que me refiero al bolchevismo. Estoy bastante de acuerdo en que el bolchevismo es un peligro, pero no creo que vaya a venir. No me parece que los ingleses tengamos especialmente ni las virtudes ni los vicios propios de una revolución. Lo que quiero sugerir es algo que va a surgir por sí mismo, o que al menos puede hacerlo… Supongo que el nombre más sencillo que lo define es ‘chabacanería’… No sé si es prudente musitar la palabra ‘América’ asociándola con la anterior. América es hoy con mucho el estado más rico del mundo y el que ejerce una mayor influencia, teniendo en cuenta las condiciones tan degradas de la época en la que vivimos”.

Y, ahora, ¿orgulloso de ser español?

1 Comentario

  1. ¿DE QUE ESPAÑA HABLA ESTE PERSONAJE?, ¿DE LA ESPAÑA POBRE?, ¿DE LA ESPAÑA RICA?, O DE ¿LA ESPAÑA DE LAS BANDERAS?. ¡¡¡PERO HOMBRE DE DIOS!!! ¿DONDE ESTAN SUS PATRIOTAS CUANDO ECHAN A UNA FAMILIA ENTERA DE SU CASA? ¿COLGANDO SUS BANDERAS EN LOS BALCONES DE LAS CASAS DE LOS RICOS?, LO MAS SEGURO QUE ESTARAN LEYENDO EL 4º MANDAMIENTO DE LA LEY DE DIOS SEGUN SU ILUSTRE PORPURADO. ¡¡¡JODER, COMO ESTA LA TROPA!!

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