Descerebrados


Ya lo se, ya se que no es correcto usar este término y menos utilizarlo de título de un artículo para hacer referencia a personas que forman parte de nuestro entorno. Pero es que no se me ocurre otro que vaya mejor para poder expresar lo que siento sobre estos individuos que están haciendo del mundo un lugar poco apropiado en el que vivir. Y lo peor es que no son pocos, es más, yo diría que cada día son más. A veces incluso llego a preguntarme si la rara seré yo.
No soy catastrofista, ni siquiera soy pesimista, pero poco me están dejando para poder pensar en la humanidad actual con confianza. No dejan de producirse noticias sobre hechos que me ponen el vello de punta y que hace que cuestione si hay algo en el ambiente que nos está afectando a todos o a una gran mayoría y que está transformando la sociedad día a día. Y no para mejor. Los padres protestan de las reacciones y actitudes de sus hijos y reconocen que están perdidos en lo relativo a la educación. No son capaces de dar órdenes concretas y que éstas sean obedecidas. Sobreprotegen a los hijos y justifican todas y cada una de sus acciones, escondiendo a veces sentimientos de culpabilidad por la escasez del tiempo que pasan con ellos. Padres que quieren que sus hijos aprueben sin esfuerzo, sin sufrir una mala tarde, vaya a ser que esto les produzca un trauma. Los depositan en los centros esperando que aquí realicen lo que ellos no pueden, que hagan a sus hijos personas de provecho, que las eduquen no solamente en conocimientos sino también en valores y en todas y cada una de las dimensiones del ser humano, a las que ellos no llegan. Los profesores, cada día con más asiduidad, protestan de que los alumnos llegan al colegio respaldados por sus padres en todo lo que dicen y hacen, con lo que carecen de la autoridad necesaria para poder impartir las clases con el orden oportuno al tener los alumnos “derecho” a todo. A echarse en la mesa, a contestar, a decir que están cansados y sin ganas de escuchar y que no lo van a hacer se les diga lo que se les diga, etc.. Esta semana ha aparecido en prensa la protesta de una profesora de un instituto de una localidad sevillana harta de aguantar la mala educación en un porcentaje cada vez más alto de alumnos. Añadía que a ella le pagan para enseñar y no para aguantar. Esta sociedad está formando a personas cada vez más irrespetuosas y faltas de educación. Y no sólo a través de las palabras, sino lo que es más flagrante, a través de los hechos y testimonios. Programas de televisión, elecciones de modelos chabacanos, sin estudios, con un enorme y casi exclusivo culto al cuerpo, dependientes en grado sumo de las nuevas tecnologías, y no para aumento de su conocimiento, sino para uso y abuso de redes sociales, principalmente. Profesiones a las que se accede después de muchos años de estudio y que te implican el seguir haciéndolo toda la vida, por un sueldo que en nada se parece a los ganados por aquellos que se dedican a criticar a los demás, faltarles el respeto a base de insultos o a convivir con gente desconocida como si de familia se tratara de cara a la galería nacional. E incluso los mismos alumnos, descontentos con sus vidas, carentes de los sentimientos más básicos que la educación proporciona desde pequeños, se dedican a pisotear los más débiles, machacándolos e incluso llevándolos a tomar decisiones tremendas a una edad en lo que lo propio sería estar jugando. ¿Descerebrados?, mal término para referirnos a los que tenemos alrededor. Sería deseable poderlo sustituir por el de VALIENTES, valientes que se hagan oír, que griten su inconformismo con lo que está ocurriendo, que se enfrenten a la realidad que tenemos y no queremos. A padres que no teman corregir con determinación, aunque con mucho amor las decisiones equivocadas de sus hijos en un momento determinado, que apoyen la autoridad del profesor en el aula, sabiendo que no tiene más interés que el crecimiento y formación de su hijo. En definitiva, valientes que reconozcan que lo que hoy tenemos no nos llevará a nada bueno. Pero como dice el estribillo de una canción de rap, “la fuerza del valiente está en el corazón” y para que un corazón sea valiente tiene que estar educado, ser respetuoso, cariñoso y querer hacer con los demás lo que quiera que hagan con él. Y esto, no es fácil de conseguir…..