Adicciones


Que no, que el ser humano no es fácil de llevar. Que yo pensaba que la vida era menos complicada y que los líos venían de ciertas circunstancias que se daban en un momento determinado y no…., es que somos complicadillos.

Hasta hace no mucho tiempo las adicciones más comunes eran a consecuencia de la droga y del alcohol. Sustancias nocivas a las que nos vamos enganchando y que nos crean una dependencia que llega a convertirse en auténtica esclavitud.

Hoy, las adicciones tradicionales  empiezan a convivir con las que tratan de la dependencia a las nuevas tecnologías. Todo lo que hacemos en nuestra vida en la actualidad está relacionado con ellas. La manera en que nos comunicamos unos con otros, los juegos con los que nos divertimos, las canciones o programas que escuchamos mientras hacemos footing, las decisiones que tomamos en relación a nuestro trabajo, las compras, el compartir nuestras actividades o viajes con los demás….Todo, todo, está relacionado con los móviles, las tablets, los ordenadores, etc. Ahhh, y por supuesto Internet. No pueden faltar en nuestras vidas. Nos han facilitado, y mucho, nuestras tareas. Podemos hacer y adquirir prácticamente todo sin salir de casa.

Pero también hay que señalar la parte oscura que encierran todas estas tecnologías. Han propiciado la aparición de nuevas y peligrosas adicciones, muy extendidas en todos los sectores de la sociedad y contra las que es muy difícil luchar. Van entrando poquito a poco y son muy pocos los que se reconocen  adictos a ellas.

Su implantación está dando lugar a otro fenómeno: la pérdida de comunicación. Ahora, para decirle algo al que tenemos al lado, utilizamos el WhatsApp y no la palabra. La comunicación personal, el tu a tu se va perdiendo. Basta para comprobarlo entrar en un bar y ver parejas, uno frente a otro, cada uno con su móvil, porque a través de él son capaces de hablar, pero de viva voz se les van las ideas. No se sabe hablar con la gente porque no se tiene confianza en uno mismo, no estoy seguro de cómo me saldrá, mucho mejor a través del teléfono, tablets u ordenador.

En TV cada día es más habitual presentar casos reales en que la persona se ha sometido o se está sometiendo a un proceso de desintoxicación de las nuevas tecnologías.Necesita una terapia, un tratamiento, un seguimiento bien serio y determinante. En realidad este artículo surgió por ello. Un reportaje en que una madre comunicaba con desesperación a los padres que la quisieran escuchar que su hija vivía dependiendo del móvil las veinticuatro horas al día. Su conducta se volvió agresiva para con sus padres y hermanos, llegando a atacarlos al intentar estos separarla del aparato. Llevaban en tratamiento más de seis meses y estaban consiguiendo volver a la normalidad, con un régimen de horas de utilización del móvil súper restringido y controlado.

Ya hay niños que en primaria, con edades comprendidas entre los 6 y los 12 años  confiesan que no pueden vivir sin el móvil. Por supuesto los de mayor edad no lo confiesan, pero realmente no pueden prescindir de él.  Los castigos de los padres ante las malas notas o ante el mal comportamiento de sus hijos, se han reducido a la amenaza de quitarles el móvil. Y digo bien, amenazas, porque ni ellos mismos son capaces de llevarlos a cabo ante el nerviosismo y desasosiego  de sus hijos.

Ya hay médicos que se están especializando en este tipo de adicciones, y ya mismo serán más visitados que los ortodoncistas encargados de poner brackets a nuestros hijos.