¿Cuestión de cera?


Ya se que no es serio, nada serio darle ninguna importancia al tema que voy a tratar hoy, pero es que me parece tan fuera de lugar…, me llama tantísimo la atención que puedan existir personas que dediquen su tiempo a esto, que no me resisto a comentarlo.

Se trata de la polémica que ha generado el paso de la carrera oficial por la Catedral. Bueno, más bien habría que decir “las polémicas”. Creo que no ha existido últimamente, un tema tan traído y llevado como el de la titularidad de nuestra Mezquita Catedral,  incluso a nivel internacional, la segunda puerta para facilitar el nuevo itinerario de Semana Santa y todo lo que ello ha provocado. La segunda puerta, la seguridad de los ciudadanos en estos días de procesiones, los palcos, las quejas de los comerciantes por el cambio de recorrido , y un largo etc.

Ahora, por si no hubiera bastante, una nueva cosita: la discusión sobre si es conveniente o no que los nazarenos entren en la Catedral con las velas encendidas, como si la cera fuese un producto corrosivo, abrasivo o peligroso. Hasta hay una plataforma de vecinos que se ha eregido en portavoz para denunciar el enorme perjuicio que puede ocasionar, según ellos, el humo de las velas, ya que éste puede ennegrecer las paredes que toquen, desde los arcos de piedra y ladrillo, los capiteles de las columnas o el artesonado del techo, o la cera que pueda caer en el suelo.

Hasta ahora ha sido costumbre, aunque no “norma”, ni ha sido siempre así, que cuando los nazarenos de luz entran en el recinto sagrado, se apaguen los cirios. En otros templos en los que se lleva procesionando en su interior muchísimos años, no se han apagado nunca las velas, como ocurre en la Catedral de Sevilla, y no se ha producido ninguna “catástrofe  patrimonial”.

Por otro lado, la preocupación que se había producido en muchos de lo que iba a costar la limpieza, tranquilícense, no se alteren, la seguirá costeando el cabildo como ha hecho siempre. No es preciso un trabajo súper extraordinario para poder quitar las manchas de cera en el pavimento de la Catedral.

¿No hay nada más en lo que la gente quiera o pueda entretenerse, no hay temas lo suficientemente relevantes para que dejen de una vez por todas de polemizar en torno a todo lo que tiene que ver con la Mezquita Catedral de Córdoba, es su limpieza la única que preocupa enormemente a autoridades y ciudadanos; no es hora de que comiencen a preocuparse por los problemas reales que afectan a la ciudad ? No es Córdoba precisamente, un ejemplo de limpieza, no hay sino pasear por las calles del centro, por cualquier barriada o incluso por los Sotos de la Albolafia, tan protegidos y la mayoría de las veces convertidos en auténticos vertederos de basura.

Seguro que mañana nos levantaremos con otro “problemilla” casi sin importancia que llenará y llenará de noticias  las páginas de los periódicos, se comentará en todas las emisoras de radios y habrá multitud de  ciudadanos  dispuestos a dar su opinión sobre lo importantísimo que es el cuidado de nuestro emblemático monumento, lo único digno de protección, según parece.

Y yo me pregunto, ¿diariamente, en condiciones normales, nos da por preguntar quién lo mantiene, lo gestiona, lo cuida y nos lo ofrece en las condiciones inmejorables en las que está en la actualidad?