Madre


Hoy, como no podía ser de otra manera, la protagonista del artículo… la madre. Llevamos muchos días oyendo en la radio, viendo en la televisión y en todos los medios de comunicación que el domingo 7 de mayo se celebra el día de la madre. Y he de confesar que nunca he sido seguidora de estos días “señalados” que los grandes almacenes y todos los demás que se han ido subiendo al carro, han establecido a lo largo del año. Pero este día tiene algo especial. Lo cierto es que no debería de haber un solo día de la madre, sino que tendría que ser la protagonista de todos y cada uno de los días de nuestra vida.
Yo podría hablar a título personal de lo que para mí supuso y hoy sigue suponiendo mi madre, a pesar de que ya hace mucho que no se encuentra entre nosotros. Pero no se trata de hacer una declaración personal, aunque creo que coincidiría prácticamente en todos los puntos con la opinión de cualquier hijo, sino intentar aproximarme a describir qué es una madre.
Y la pena es que no supe todo esto, no supe realmente todo lo que una madre siente y es, de lo que es capaz, de cómo puede multiplicarse hasta el infinito, cómo puede asumir tantos roles, tantos papeles, hasta que yo lo fui.
Así es la vida. No somos lo suficientemente agradecidos porque no comprendemos realmente lo que ocurre hasta pasado mucho tiempo, en el que aún queriéndola con locura, no somos capaces de valorarla en su totalidad.
Las madres son las personas más especiales que podamos encontrar, las únicas que sin dudarlo una sola décima de segundo pondrían su vida a disposición por cualquiera de sus hijos. Por eso, deberíamos aprovechar siempre que pudiéramos para decirle y demostrarle cuánto la queremos y lo importante que es en nuestra vida.
Nunca un hijo está preparado para perder a una madre. Siempre nos hacen tanta falta!!!!. Sabemos que siempre está cuando la necesitamos, sus brazos abiertos para acogernos, sus oídos dispuestos para escucharnos y poder aportarnos los consejos más sabios de los que es capaz. Amiga cuando lo que necesitamos es justo eso, que sea una amiga; consejera de valor incalculable, por su sensibilidad y a la vez por su energía cuando lo que necesitamos es una buena lección sobre algún tema. Protectora cuando mostramos debilidad, pero a la vez forjadora de nuestras alas para que crezcan bien fuertes para cuando necesitemos volar.
Todos conocemos su amor desinteresado, un amor puro, sin ningún tipo de interés, sólo el querer hacernos felices. Sufridoras, y no pocas veces, de nuestros rechazos y malas contestaciones; de nuestros cientos de errores, que con infinita paciencia perdonan una y otra vez. Son las únicas personas capaces de darlo todo sin recibir nada, absolutamente nada a cambio. De querer con todo su corazón con independencia de nuestras respuestas, es más, nos quieren, nos aguantan y nos desean aún antes de conocernos.
He necesitado mucho tiempo para conocer todo el alcance que la palabra “madre” tiene. Y no me avergüenza decir que la sigo necesitando como el primer día. Que cuando tengo un problema intento pensar qué es lo que ella me diría, qué me aconsejaría, intento, aunque sin conseguirlo, porque aún estoy años luz de ser cómo ella, ponerme en su lugar.
No nos detengamos a la hora de decirle a nuestra madre cuánto la queremos, es un auténtico regalo de Dios, que deberíamos aprovechar segundo a segundo.