Agarrados a la reja


Nos hemos hartado de leer y escuchar en estos días, lo mal que ha estado regulado el tráfico, la escasez de servicios públicos de transporte que han hecho que se formaran colas nunca vistas en Córdoba para podernos desplazar al recinto ferial, el tema del botellódromo, etc…Pero creo que todos los medios de comunicación se han hecho eco de ello.
Y no es que yo busque solamente la originalidad en el tema a tratar, pero no me apetece seguir con lo mismo, sabido, sufrido y consentido por este pueblo de Córdoba que no se atreve de una vez por todas a decir basta ante la pésima gestión del Cogobierno municipal. Nombre que me resulta un tanto extraño, de verdad, ya que yo lo llamaría el Singobierno o algo parecido, ya que no se sabe quién gobierna y si lo hacen.
Pues después de tanta disquisición, he optado por alejarme de todo lo que significa política o gestión municipal y centrarme en un tema que desde hace días me quita el sueño, el Rocío.
Lo primero que he de confesar es que no he sido nunca rociera. Que no tengo especial predilección por la Virgen del Rocío, todos los que me conocen lo saben, sino por la Virgen. Pero claro, tampoco podía tener una opinión seria sin haber conocido el Rocío, quedándome sólo con lo que la prensa visual y escrita nos ha querido trasmitir del mismo.
Pienso que las cosas en la vida no pasan por casualidad. Todo tiene una razón de ser. A mi familia, Dios quiso ponernos en contacto con unos amigos profundamente rocieros, buena gente donde las haya, que quisieron compartir con nosotros su experiencia de lo que es vivir el Rocío. Desde el primer momento quedamos totalmente “enganchaos” de la misma, y eso que sólo podemos disfrutarla un fin de semana y apenas podemos experimentar qué es el camino, o el paso del Quema, o la convivencia profunda de esos días previos a la entrada a la aldea.
Sigo pensando que es la Virgen la que mueve esa cantidad de gente a vivir estos días como se hace. Habrá de todo, como sale en prensa. Yo gracias a Dios, sólo he visto cosas buenas. Ni drogas, ni maltrato animal, ni excesos de cualquier tipo, a no ser que se consideren como tales el compartir comidas, visitas a la Señora, momentos de oración, saludos a diestra y siniestra a conocidos o desconocidos, etc.
Pero si importantes son los días en la aldea, ya casi considero Rocío, los previos. La preparación de trajes de gitana, complementos, botos, y la lista de peticiones que cada uno de nosotros lleva en el pensamiento y en el corazón para presentarle a Ella. No solamente por la familia y los amigos, que son lo más importante de nuestras vidas, sino por todas aquellas peticiones que los que conocen que vamos a ver a la Virgen nos confían. A todos aquellos que de una manera u otra forman parte de nosotros, a los que queremos más o menos intensamente, pero que forman parte de nuestra vida.
Por mucho que yo contara para que pudiera entenderse, hay que entrar en la ermita, ponerte delante y antes de empezar a rezar, mirar con los ojos del corazón a toda la gente que llega, cargada de fe delante de ella, que la mira y llora, que le abren sus corazones y se agarran a la reja como si no quisieran ser separados nunca de ella.
Y es que atrae, y es verdad que no te quieres separar ya nunca más de Ella, y que aunque sea la Virgen, esta advocación tiene un imán para los corazones que con fe vamos ante ella. Faltan todavía unos días y ya lo estamos viviendo.
Viva la Virgen del Rocío!!!!!