Mal ejemplo


Estaba intentando explicarle a mis alumnos lo que era la conciencia moral, la justicia, la diferencia entre legalidad y legitimidad, y a medida que iba planteando la explicación, surgían en ellos miles de preguntas que echaban por tierra la teoría del tema.

¿Cómo poder explicar lo que ellos están oyendo en el sentido opuesto en todas las noticias de radio y televisión? ¿Cómo es posible que algunos de nuestros políticos estén en la calle, ejerciendo su mandato y no les pase nada cuando están obrando en contra de la justicia, la legalidad y muchas cosas más?

Desde luego, no son buen ejemplo. Ni para explicar los temas anteriormente mencionados ni para seguirlos en sus actuaciones. Y lo peor es que me siento impotente a la hora de poder justificarlos. ¿Qué decirles sobre tanta incongruencia y tiranía en las actuaciones de nuestros representantes políticos?

Y es que en la actualidad, miremos a nivel local, autonómico, nacional o internacional, nos encontramos con cada caso que hace que nos planteemos si de verdad vivimos en una sociedad democrática donde la justicia y los derechos deben primar sobre lo demás.

Un tema que a ellos les ha causado sensación, a pesar de no ser el más importante de los planteados en los últimos días, es el de los falsos curriculum de nuestros representantes. En todos los partidos políticos, de todas las tendencias y colores han surgido los que han manipulado su curriculum para intentar dar una visión de ellos mismos que no se corresponde con la realidad.

Los docentes tratamos de imbuirles desde pequeños lo importante que es decir siempre la verdad, el respeto a los demás y por supuesto, la necesidad de formación para poder ser algo y alguien en la vida que pueda vivir de manera responsable e independiente.

Pero el ejemplo que les estamos ofreciendo es que la mentira, la manipulación, el robo y la excusa del desconocimiento, justifican sus actuaciones.

Ellos ven que a pesar de las denuncias entre las distintas formaciones políticas,  el que los de un partido acusen a los del otro por esto o aquello, no lleva a nada. Ven cómo los máximos dirigentes amparan a los que cometen actos reprobables, cómo no se exige la responsabilidad debida por su cargo. Y preguntan, ¿es que no pasa nada?, ¿es que todo vale? ¿qué pasaría si algo de eso lo hiciéramos nosotros?

Cómo convencerlos de que a pesar de lo que nos ha tocado vivir en la sociedad de hoy, nosotros debemos seguir exigiendo justicia, responsabilidad, respeto a las normas morales, a la protección de los ciudadanos, a la redistribución de los bienes, y un largo etc. que formaría una exigencia básica de justicia que nunca debemos de cejar en reclamar.

No, no son un buen ejemplo. Pero quizás nos sirvan para saber qué no debamos hacer, cómo no debemos de actuar para así intentar conseguir una sociedad donde los valores y derechos básicos, sean recogidos y reconocidos y poder decir que vivimos en una sociedad realmente justa y democrática.