Susana en el cogote


Que la carne mechada te provoque un problema de salud pública con el cargo recién estrenado es un imponderable que a cualquier Consejero de Salud puede ocurrirle. Que a los pocos meses suceda una pandemia vírica, se saturen los hospitales y acabemos todos enmascarados es algo incluso probable habida cuenta de que el año comenzó con mal pie. Gestionar todo eso con Susana Díaz a tus espaldas no tiene precio.

Sesión en el Parlamento andaluz / Foto: LVC

En realidad la señora Díaz está en frente de Andalucía, o enfrentada con esa Andalucía que no la quiso en las urnas. Como lo está Sánchez, y a los dineros nos remitimos, a los que no han llegado, a los que han sido chorados en beneficio de los catalanes y vascos de siempre y en perjuicio de los andaluces que ya están acostumbrados al maltrato presupuestario, gobierne Susana en el trono o en la trastienda. Porque Susana manda aunque la disposición física de los asientos del parlamento andaluz y los votos emitidos digan otra cosa. Aquí se hace o se debe hacer lo que la señora quiera, hasta en el turno de palabra de Juanma. La democracia consiste en interrumpir al intruso y, para Díaz, Moreno Bonilla lo es, como intrusa es la gente equivocada que no la quiso. Un error histórico, una minucia que habrá que corregir en la tierra socialista de María Santísima y el susanismo perpetuo, como eterno fue el chavizmo  de nuestro Chávez.

El presidente pide lealtad institucional y Susana casi se arranca a bailar sevillanas, porque esto no va de política sino de folclore. Se ríe, hace aspavientos y se toca la mascarilla. La ahora sanchista lo es hasta para el IVA de esas mascarillas de BOJA y multa que tenemos que comprar y apoquinar como buenos pagadores que hemos sido ( y continuamos siendo) mientras la barra libre de los ERTE modernizaban por quinta vez la Andalucía imparable de sindicalistas, farlopa y puterío.

En el Parlamento andaluz suele haber reparto de sillones tanto en el hemiciclo – que no sé si en andaluz es tal o corrillo- como en los pasillos de las Cinco Llagas, pero ya es mala suerte que te toque Susana detrás y no en sentido figurado sino físicamente. Jesús Aguirre lidia la listeria y el coronavirus con actitud campechana – no en el sentido borbónico-  y como puede, pero nota tras de sí esa mirada, ese poderío, el tronío faraónico de la Díaz.  Susana desafía con su mirada y su gesticular socialismo a Moreno Bonilla pero envía rayos gamma trianeros al cogote de Aguirre y el Consejero aguanta el tipo como puede. Está el hombre en la crisis vírica, ha batallado contra la carne mechada y sigue echando números para pagar las horas extras de los sanitarios. Pero tener a Susana en el cogote  es algo para lo que ningún galeno, consejero o incluso infante de marina está preparado.