Juanma in love


Todos los chismosos le preguntan por las elecciones. La información política no dista mucho de la del corazón. De hecho, es la misma, pero sin Rociíto.

A Juanma se le quiere. Ayer lo comprobamos en Córdoba cuando acudió a ver a la Señora, porque Juanma quiere ganar las elecciones y de aquí se lleva un escapulario y una bendición. A Juanma se le quiere más que se le quería en 2014, cuando todo el amor parecía llevárselo José Luis Sanz, pero solo era amor de Cospedal y por tanto amor interesado. Las estrategias y tal. En los partidos no hay amor verdadero sino coyuntural. Matrimonios de conveniencia. Familias secularmente divididas y enfrentadas que se besan fríamente en las noches electorales si los resultados son buenos.

Juanma fue la solución marianista a un PP andaluz que ya era la verdadera Consejería de la Oposición. No le salió mal, a pesar de las risas que muchos se echaron a costa de un muchacho que veían sin carisma o como un dedazo salomónico. Pongo en contexto todo esto porque en el  Juanma de ayer en Capuchinos casi no queda rastro de un pasado que fue anteayer. Juanma rodeado de cordobeses porque supo rodearse de amigos y de enemigos. Juanma sin mascarilla en exteriores y sin pasaporte covid, que es como un Juanma liberal de verdad, no solo en lo económico.

Una de las cosas que le han faltado al presidente es el baño de multitudes porque la pandemia lo ha impedido y si no hubiera habido pandemia, posiblemente lo hubiera desaconsejado la prudencia de los asesores,  debida a esa inercia socialista que aún queda en Andalucía y en el propio PP con su acusado PSOE State of mind que le sale cuando se pone estupendo y transversal. Pero no nos vamos a parar ahora en eso sino en el amor que ayer vimos y que venimos observando hace tiempo. Juanma crecido en lo cercano como ante las cámaras del Canal Sur hablándonos de la pandemia y enseñándonos gráficos. Aquí es donde Moreno Bonilla  ha madurado y se nos ha hecho Juanma, un presidente perfectamente revotable porque, ¿quién es Juan Espadas? ¿Quién se acuerda de Susana? ¿Existió el PSOE quizás?

Las señoras abordaron ayer a Juanma en la calle y le cantaron el ‘Soy cordobés’ porque Juanma es malagueño. Eso a Javier Arenas en Córdoba no se lo hubieran cantado en la vida, en un futuro distópico. Los malagueños molan. Nos molan más que los sevillanos, qué le vamos a hacer. Moreno Bonilla es algo sevillano por el acento ese que se adquiere allí, pero después sigue siendo el muchacho del Puente de las Américas, el nieto de jornaleros de Alhaurín El Grande.

Todos los chismosos le preguntan por las elecciones. La información política no dista mucho de la del corazón. De hecho, es la misma, pero sin Rociíto.  Por las elecciones también le preguntan constantemente los de VOX, que están deseando traerse a Olona para medirle el pulso a Juanma. O echárselo. Las encuestan apuntan a que puede haber amor como en Castilla León. Incluso son generosas con Juan Marín, que ahora busca un romance con los andalucistas que puedan quedar, y en alguna reserva protegida de UPyD. Encuestas rumbosas por cuanto puede que no desaparezcan y algo quede como gesto generoso – y siempre andaluz- de agradecimiento a los naranjas, que no a Marín.

A estas alturas quizá dé igual si en junio o en septiembre, porque sabemos que eso es algo más de ellos que de nosotros, aunque nos pidan el voto. Lo que sí parece claro es que Juanma puede revalidar y posiblemente con una Macarena consorte. Y Juan Marín llevando las arras.

Visita de Juanma Moreno a Los Dolores. /Foto: LVC

Yo ayer vi más amor que a Griñán o a Chaves en los gloriosos e imparables tiempos. Y que incluso a Susana. Supongo que porque la Díaz parecía siempre que iba a arrancar a reñirte y Juanma se deja rodear y se hace cordobés.

Y en Capuchinos, un Viernes de Dolores.