Recuperar el sentido


No somos tan importantes, ni tan fuertes, ni por supuesto todopoderosos.

La nueva campaña de la Asociación Católica de Propagandistas (ACdP) de cara a la Navidad, presente en marquesinas y carteles de casi toda España, -también en Córdoba– vuelve a demostrar lo oportuno del lenguaje publicitario para hablarle al hombre de hoy. De hecho, en un mundo dominado por los medios de comunicación de masas que repiten al unísono los mensajes que el ‘nuevo orden’ y el arrollador pensamiento único establecen en la población, usar una de las armas comunicativas que la publicidad supone, con sus códigos, es todo un acierto a pesar de las trabas que una asociación pequeña y católica – y por tanto, a contracorriente- se encuentra en la sociedad manipulada y condicionada en la que vivimos.

En esta ocasión , la ACdP, recuerda el nacimiento de Jesús como el acontecimiento histórico que es por cuanto el mundo se entiende y explica – sobre todo el occidental-  bajo la luz del cristianismo. Pero también es un golpe directo a uno de los males que nos trajo la posmodernidad, con la “muerte de Dios”, y que situó al hombre como único creador y hacedor de su propio destino. Algo que en este siglo XXI ha derivado en un transhumanismo marcado por los avances tecnológicos de imprevisibles consecuencias para la raza humana y las sociedades futuras. “Solo un nacimiento ha cambiado el rumbo de la Historia. Y no es el tuyo”, lema de esta campaña, coloca al hombre en el terreno de la humildad y la pequeñez, las mismas que Dios eligió para conocer Él mismo la dimensión humana, redimirnos del pecado y ofrecernos un mensaje de amor y esperanza. Un niño pequeño, indefenso, pobre y desnudo.

No es una metáfora: es la realidad de todos los hombres no solo en su nacimiento sino frente a la hora suprema de la muerte. No somos tan importantes, ni tan fuertes, ni por supuesto todopoderosos. Nacemos desnudos, morimos desnudos. A pesar de las nuevas promesas tecnológicas de inmortalidad, solo es inmortal el alma de la que Dios nos dota al ser concebidos. Y todo esto dicho hoy en día es un mensaje – una vez más- revolucionario para la sociedad actual, contaminada de modas fugaces, infantilismo ideológico y manipulada por el poder terrenal de la política, los mercados y un globalismo uniformador y voraz, que devora al propio hombre y su naturaleza.

Hace años que los mensajes navideños nos llegan vacíos de toda simbología religiosa, cuando la Navidad solo se entiende desde el sentido trascendente de la religión. A ello contribuyen incluso las propias administraciones ejerciendo un mal entendido laicismo, o nuestros amigos más cercanos, convirtiendo la Navidad en un fetiche consumista, una edulcorada nadería de ‘buenos’ deseos, una pagana celebración del solsticio, una época para gastar desaforadamente y ‘comprar’ así la felicidad, esa zanahoria inalcanzable que se le muestra al obediente rebaño en el que pretenden convertirnos los multimillonarios chamanes tecnológicos. Por ello esta campaña se convierte en un conveniente recuerdo de lo que se celebra en estos días. No solo es una invitación para volver a las raíces del acontecimiento histórico, sino a la reflexión sobre lo que verdaderamente somos: pequeños, frágiles y confundidos  seres cuando sacamos a Dios de nuestras vidas.

En Barcelona, por cierto, la campaña ha sido prohibida. Alegan en la ciudad okupada de Colau que se toma esa medida por el carácter ideológico de la misma, en una Barcelona donde bajo ese baremo administrativo sí se permiten carteles subvencionados de formaciones separatistas y antisistema. Lo que demuestra aún más lo conveniente y acertado de la campaña de la ACdP : sienta mal a los que no quieren que la verdad se abra camino y a los que temen que se descubra que con ellos no nació ni el progreso, ni la esperanza ni por supuesto la auténtica felicidad.