¡Hala Madrid!


Real Madrid./Foto: LVC
Real Madrid./Foto: LVC

Me escribe mi querido amigo Fructuoso Navarro desde Madrid, para felicitarnos por el videoclip recién salido de Vittula, y que todos los lectores podrán disfrutar en el siguiente enlace youtu.be/54iOY-9Yfjg . Y de paso, dada nuestra común afición, si no pasión por el Real Madrid, pedirme que escriba unas líneas para celebrar la victoria en esta liga extraña.

Respecto de la primera cuestión sólo tengo palabras de agradecimiento para todos aquellos que en estos días están visualizando y compartiendo el vídeo de “El Vestido “, la canción que principia nuestro primer disco. Estamos deseando que se haga viral, porque este virus, el de la creación musical, merece realmente la pena, y les aseguro que no engaña a nadie. Su contagio sólo puede ser beneficioso para la salud, y a este grupo al cien por cien cordobés comprometerlo a seguir trabajando.

Lo dicho, muchas gracias.

En cuanto al Madrid, ¿Qué puedo decir que no sintamos todos los que nos identificamos con esos colores?

Tendría yo unos diez años cuando mi padre y mi abuelo Miguel me llevaron al Bernabéu, en un partido de copa de Europa contra el Borussia Mönchengladbach.

Suelo retener pocos recuerdos de mi infancia, pero aquel vuelo de Santillana por encima de todos para marcar el gol que nos dio la victoria es inolvidable. Seguramente que exagerado en la memoria de un niño a quien le pareció ver la cabeza del ariete madridista incluso por encima del larguero.

Pero son las cosas de la infancia, donde uno va encontrando los ídolos a quienes admirará el resto de sus días. Y el Madrid tiene ese don maravilloso, que hace que sus jugadores sean a la vez que ídolos, ejemplo de caballerosidad, esfuerzo y entrega.

De aquel salto de Santillana, pelota en el aire, pasé a admirar el vuelo rasante de un Buitre y su quinta, un grupo de jugadores que, enrabietados por el eterno Juanito, bajaron el balón al pasto de Di Stéfano, para conseguir  devorar a sus presas de goleada en goleada. Filigranas de Pardeza, sobriedad de Martín Vázquez, banda de Michel, tobillo de Gordillo, y un escorpión llamado Hugo Sánchez, el “macho Sánchez” como lo llaman sus compatriotas, que tantas noches de gloria dio a la afición.

De aquel Madrid sólo echo en falta que el montalbeño Paco Ortiz, el “perla” como era y es conocido futbolísticamente, no hubiera cuajado por culpa de las lesiones, pues tan buen jugador como persona, seguro que nos hubiera deleitado más de una noche.

Y cuando aquella quinta tocaba a su fin, apareció un Raúl majestuoso, un animal sanguinario del balón, que mandó callar al Nou Camp, al Olímpico de Munich y al mismísimo Michel Ballack, mientras Iker Casillas hacía sollozar a los contrarios.

Con él se volvió a conquistar Europa, esa fan zone madridista por excelencia donde los demás tropiezan mientras el Madrid se agranda como un gigante, sabedor de que “la orejona” es el bien más preciado para su afición.

De Raúl a Cristiano, que a salvo algunas de sus esperpénticas celebraciones, ha sido de lo más grande que ha vestido la camiseta blanca.

Y ya bajo la batuta de Zidane, un Sergio Ramos goleador como ningún otro central en la historia, cuyos arrestos y ejemplo han hecho de este Real Madrid campeón de una liga inolvidable, demostrándonos que cuando más hay que esforzarse es ante la adversidad; que los retos están para superarlos y que los sueños siempre son posibles para el madridismo.

No oculto mi afición, y a mucha honra. Y siento que los culés que me lean no hayan pasado del tercer párrafo, ni los colchoneros del quinto. Pero es lo que tiene un deporte en el que sólo gana uno, por lo general, el mejor.

¡Hala Madrid!

PDA: Protégenos bajo tus alas, San Rafael.