Los estudiantes a la calle


Los estudiantes se tiran a la calle para protestar por las consecuencias de la implantación de la LOMCE. No critico ni cuestiono el contenido de la manifestación, lo comparta o no, porque todos tenemos el derecho y también la obligación de manifestar nuestra conformidad o disconformidad ante la diversidad de cuestiones que afectan al bien común, al desarrollo y al progreso de las personas, y no es un tema menor la educación. Sí que me preocupa, ante las declaraciones que he escuchado de un buen número de participantes, el desconocimiento sobre la cuestión. Me fastidia enormemente que esto pueda ser una ardid más de esos melones que se ven en la obligación de generar inestabilidad y hacerse valer en el mundo estudiantil para más tarde arraigar sus posaderas en los sillones de la vieja casta, futuros dirigentes políticos sin oficio ni beneficio.

Camisetas verdes muy chulas irrumpen en avenidas y plazas. Aportan un colorido fantástico, se habla de una auténtica fiesta de la libertad que pacíficamente reivindica unos derechos. Unas camisetas muy chulas que en su titular ya están discriminando a un gran sector de la población. Una bandera, la defensa de la enseñanza pública con carácter excluyente, donde están ignorando que a medio y largo plazo se genera una división de clases prácticamente insalvable. Al deslegitimar y asolar la enseñanza concertada, como parece ser que en el próximo curso puede ocurrir en la Comunidad Valenciana con las enseñanzas medias, estamos abriendo una brecha entre los ciudadanos de difícil solución y generamos un problema al Estado, que hoy por hoy, no tiene ni los medios ni la capacidad para poder dar respuesta. Acciones de este tipo sí que terminarán generando una escuela para pobres y otra para ricos.

El problema no está en lo que hoy se reivindica. Esto por desgracia vuelve a ser otra anécdota más. El quid de la cuestión está en que nuestros representantes son incapaces de llegar a un pacto por la educación, libre de ideologías e intereses partidistas. Su objetivo debe ser: formar a los mejores para el mundo. Luego muchos educadores, da igual su estatus académico, no tienen como fin principal transmitir saberes y otorgar herramientas para que los alumnos conformen un pensamiento, sino que más bien, se dedican a inculcar el propio sin someterse mínimamente a una confrontación o crítica. Y de otro lado muchos padres que han abdicado de su primera responsabilidad, delegándola en la administración: la educación de sus hijos.

Es muy triste, que tras años de democracia y un buen número de leyes educativas, sigamos como al principio. Es muy triste, que se pretenda sustituir lo que es privativo de los padres, decidir sobre el tipo de educación que quieren para sus hijos, por una decisión del Estado. Es muy triste, que se pretenda hacer una legislación educativa sin contar con las instituciones y los expertos en la materia. Es muy triste, que se utilice a los alumnos para crear cortinas de humo y jugar con su futuro. Es muy triste, no poner pies en pared y solucionar de una vez esta cuestión tan vital para el crecimiento y desarrollo de un país como es la educación.