Han perdido el norte


De un tiempo a esta parte estamos asistiendo a innumerables ataques de uno u otro sector a las convicciones o sentimientos religiosos, especialmente si son referidos contra la Iglesia Católica. El hecho de que sea la confesión religiosa más numerosa, más arraigada en el pueblo, que marca y explica la identidad de nuestra tierra y de Europa, se presta a la burla, escarnio, irrisión de un ejército de aburridos inanes, lelos y anodinos irreligiosos carentes de una ideología, sistemática atea, agnóstica o indiferente. Simplemente mola y se lleva dar caña a la Iglesia y a las convicciones religiosas porque es el tema recurrente para aquellos que carecen de la valentía suficiente para afrontar un debate dialéctico serio y responsable en búsqueda de la verdad. Todos estos no son más que la reminiscencia infante de quien le “priva” la travesura y tocar las narices al ajeno.

Lo ocurrido en Canarias, a mí, me trae al fresco. Sí. Más que al fresco, paso de un tipo que quiere ser profesor de religión y se está burlando de aquello que es primordial y vertebrador para el alumnado y familias que optan por recibir una formación acorde con sus convicciones y principios. Simplemente muestra públicamente su mala educación y falta de respeto hacia aquello a lo que quiere entregarse profesionalmente. Ya, él mismo, lo ha dicho todo sobre sí. No obstante, me preocupa que un alcalde, autoridades públicas, o fiscales, obligados a perseguir de oficio los delitos de los que tengan conocimiento, permitan esta ofensa, dejándose llevar por el run run de las redes sociales. A estos responsables políticos que representan a la totalidad de la ciudadanía cuando ejercen tareas de gobierno les pregunto: ¿Permitiendo estas ligerezas no se está dejando sin aplicar  el artículo 525 del código penal? El cual tipifica como delito el “ofender los sentimientos de los miembros de una confesión religiosa, ya sea públicamente, de palabra, por escrito o mediante cualquier tipo de documento, escarnio de sus dogmas, creencias, ritos o ceremonias, o vejen, también públicamente, a quienes los profesan o practican”.

Un servidor no es jurista y de esto entiendo bien poco. No obstante, creo que los políticos o gobernantes legítimamente instituidos bien deberían velar por el bien general. Y oiga, menos cachondeo. Menos decir, que estamos en carnaval y que vale todo. Hombre, todo, pues va a ser que no. ¿La caverna que se envuelve en la bandera de la progresía y mediática no estaría dándole mamporros a trote y moche a aquel que hubiera osado a hacer un sarcasmo o ironía sobre los Drag queen?. Este personal tiene la piel muy muy fina. Cuando se les da de la misma medicina bien que se retuercen y se buscan las formas para crucificar al osado que se ha atrevido a poner negro sobre blanco lo que piensa la gran mayoría. Ya os digo, si fuese al contrario, al susodicho se le estaría solicitando se le impusiera la prisión preventiva.

Ya de vuelta a casa, en esta nuestra maravillosa ciudad, nos despertamos con otra cantada de nuestra ilustrísima alcaldesa. No se cansa. Me admira su perseverancia. Ahora, se saca de la chistera una comisión supranacional de expertos pagados para que digan lo que quiere escuchar: que la mezquita es mía. Pues sí, querida alcaldesa. La antigua mezquita y hoy catedral desde 1236 es también suya, y de todos los cordobeses y de toda la humanidad porque es patrimonio de todos, aunque en los papeles es una propiedad privativa de la Iglesia que pone al goce y disfrute de todos. Deje de enredar y embarrar la paz de la ciudad y si no tiene otra cosa con la que distraer la atención sobre los desvaríos en los que esta inmersos la ciudad busque otros objetivos porque este lo tenemos todos muy claro. Y, con humildad, un pequeño consejo, es mejor destinar el dinero a otras necesidades más perentorias de la ciudad antes que dárselo a aquellos vividores –por muy internacionales que sean- para que estampen su firma en proposiciones contrarias a la verdad histórica y jurídica. No nos prestemos a ser el hazmerreír internacional.

Córdoba es Córdoba, y por sí misma, tiene un emblema, su Mezquita-Catedral, que no se merece que unos mercenarios ideológicos, por muy internacionales que estos sean,  manchen la pureza de una tierra labrada con el crisol de distintas civilizaciones y culturas que ha llegado hasta nosotros para que continuemos en la laboriosidad de enriquecerla con el hoy de unos cordobeses amantes de su historia, de su patria chica

4 Comentarios

  1. Enhorabuena D.Jose Juan,le apolla en su defensa y en la de todos los Cordobeses,un CORDOBES,si la Sra.Alcaldesa está aburrida,lo que tiene que hacer es el dinero que va a tirar en técnicos internacionales,lo emplee en solucionar la infinidad de problemas que tiene Córdoba como por ejemplo en solucionar el ERE de 56 trabajadores de la fábrica de aceite de Alcolea barrio de CORDOBA muy abandonado,además de dejar a la Iglesia tranquila llevando hacia adelante y muy bien llevada la gestión de la Mezquita Catedral,que pretende hundirla como todo lo que toca su partido el PSOE,presente la dimisión como Alcaldesa,Córdoba no la voto,ya está bien del chanchullo que os traéis lo partidos menos votados haciendo coalición para gobernar,solo le puedo decir,VALLASE Sra.Alcaldesa con usted gobernando la cuidad de Córdoba,No Prospera.

  2. Habitualmente soy reacio a hacer comentarios sobre artículos y demás publicaciones en las redes sociales, pero Jose, hoy con tu artículo me he sentido en la necesidad de hacerlo.
    Tan poco trabajo tienen nuestros representantes para dedicar su tiempo (nuestro tiempo) en algo tan poco productivo? No vieron ayer que en Córdoba es donde más empleo se ha destruido del país y ha aumentado el desempleo cuando en el conjunto nacional el paro ha disminuido? Señores políticos, con la Sra. Alcaldesa al frente, pónganse a trabajar y gobiernen para todos y no sólo para ese pequeño grupo que no se representan ni a ellos mismos. Déjense de posar para la galería y al tajo, que queda mucho por hacer.
    Y, Don Jose Juan, sólo una cosa; se puede hablar más alto, pero no se puede decir más claro. A seguir adelante a ver si esta pandilla de «indocumentados» aprenden algo (apliquemos aquello de enseñar al que no sabe).

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