Incomprensible e inaudito


Son los términos que vienen a mi cabeza al constatar recientemente, que nuestro cogobierno vuelve a las andadas. Está visto que son contumaces en la práctica del error, más aún, no han madurado y siguen, algunos, instalados en la juventud pancartera, hoy trolls tuiteros, que disfrutan tocándole las narices a quien no es de su cuerda, apaleando con la indiferencia a un sector de la población cordobesa que se muestra distante con sus planteamientos intolerantes y partidistas.

Estoy indignado y enojado, y quizás me esté pasando en mis valoraciones. Pero, díganme qué piensan cuando son conocedores a través de los medios de comunicación que nuestro Ayuntamiento vuelve, por segundo año consecutivo y desoyendo las reivindicaciones del sector, a denegar o no tener en cuenta en los presupuestos a asociaciones sin ánimo de lucro que trabajan a favor de los más pobres, aquí y más allá de nuestras fronteras, sencillamente porque tienen una naturaleza religiosa católica o no pertenecen al partido.

A esto habría que sumarle, cómo los plenos de nuestro Consistorio se están convirtiendo en ejemplo de lo esperpéntico por excelencia. No hay convocatoria que no tenga que ser suspendida o interrumpida por la intervención inapropiada de diversos sectores de la población que se sienten defraudados, traicionados, engañados e injustamente maltratados. Creo que el Pleno no es lugar para manifestarse con la pancarta, es el espacio donde los legítimos representantes debaten, acuerdan y deciden, así como escuchan las demandas de los cordobeses dentro de un clima de respeto y diálogo.

Sirvan estos dos ejemplos grotescos para que todos nuestros políticos tomen conciencia de que parecen vivir en otra dimensión, en una realidad paralela, distinta a la del resto de cordobeses. El cogobierno ya no tiene crédito cuando habla de diálogo porque no hay acción o proyecto a discutir que no termine en un enfrentamiento irreconciliable, y la oposición viéndolas venir, poniéndose de perfil o echando un leñito cuando puede… Estoy convencido que nuestros representantes políticos quieren lo bueno y lo mejor para nuestra ciudad, pero también han de saber, que muchos ciudadanos percibimos que no ponen en juego todo su potencial, desde el diálogo y el consenso, por una ciudad que languidece en la barra de las tabernas.