A por el Obispo!!! A por Demetrio!!!


Sí, a por el Obispo!!!, como si de un ataque se tratara. Es decir, unos mayores vestidos con traje pueril, incapaces de asumir el apasionante reto de la madurez, no tienen otra diversión u otra actividad, por falta de legitimidad o ausencia de ideas o pérdida del sitio ganado legítimamente, que jugar a aquello de: vamos a darle a todo lo que se menea. Quizás más bien, ante la ineptitud e incapacidad de generar una lucha fundamentada, argumentada y capaz de transformar la realidad aprovechan algo que les dé cierta legitimidad para seguir cobrando y calentando el sillón y así no tener que doblar el espinazo trabajando como cualquier docente enamorado de su profesión, por lo tanto, ante al ausencia de argumentos que los legitimen: vamos a darle al Obispo que causalmente pasa por allí.

¡Cómo les ponen las mitras! Más que a los católicos de a pié. Más que a los cristianos convencidos y comprometidos. ¡Pero, qué bueno! El Obispo visita colegios. Está en nuestro terreno. Es una amenaza a la defensa de la enseñanza pública, equitativa e igualitaria que tantos preponderamos. El Obispo nos lo ha puesto a huevo. Ya que no vamos a criticar a quien nos da de comer, vayamos con este vainas que pasa por aquí y así soliviantamos y encrespamos el ambiente y de paso ver que rédito hallamos ante el despropósito de nuestra ineptitud.

Esto es sencillamente lo que han pensado los jerarcas de un sindicato, hartos de vivir del pesebre, inanes y despreocupados, y que quieren arrebatar el derecho fundamental de los padres: la educación de sus hijos. Ese sindicato de identidad andaluza, sindicato de clase, que dicen construir una enseñanza justa y solidaria aspiran a secuestrar, amparados en un espíritu laico excluente, la libertad de regirse que tienen las familias y aquellos educadores que sí saben educar en la libertad, en un país que se declara democrático, que trabaja por la igualdad, el respeto a todos los credos y aquellos que optan por la pura laicidad. Es el sindicato de izquierdas que niega el pan y la sal a quien no sucumbe ante sus dogmas. Es el sindicato de izquierdas intolerante, absurdo, antidemocrático, que ve una mitra pasear entre una inmensidad de alumnos envueltos en el entusiasmo y la alegría, y el veneno les corroe internamente hasta el punto de coartar los derechos y libertades fundamentales.

Sí, señores del sindicato y de izquierdas. Todos los que asumen la legislación vigente, y viven según las normas de juego que todos nos hemos dado, y las cumplen con fidelidad y respeto al orden constituido, pueden y deben hacer uso de las mismas. Pero qué es lo que ocurre. Que cuando el contrario cumple escrupulosamente con las reglas de juego y experimenta el éxito y la gratitud, los intolerantes como vosotros, sindicato de enseñanza andaluz de izquierdas y laico como os definís en vuestra página web, que actuáis con criterios marxistas y estalinistas colocando a vuestros vigilantes (por no llamarlos como la historia bien los describiría), vais a llorarle a papá o mamá Estado (dícese en el caso la delegación provincial de enseñanza) para que cambie las reglas de juego a mitad de partido. Esto me recuerda a mis juegos infantiles: quien era dueño del balón marcaba las reglas de juego. Totalmente pueril e infantil. Maduren, por favor, maduren, es lo mínimo que se les pide en la sociedad de este siglo en el que vivimos y que mira ya más allá de sí misma.

El Obispo, tendrá sus debilidades y de lo que arrepentirse. Pero en el caso que nos ocupa, cumple escrupulosamente las reglas de juego. Vayan ustedes a darle la matraca y a contarle cuentos a otros, pero a nosotros ya no nos engañan con la catarata de soflamas ideológicas trasnochadas y desfasadas, su lenguaje es historia y el mundo se construye en otros paradigmas que ni los huelen de pasada. Dejen las bravuconadas en el saco de los recuerdos y adáptense a los nuevos tiempos: necesitan una catarsis, un nuevo pensamiento, un nuevo lenguaje comprensible. No se resistan al cambio, no se nieguen a un espacio de igualdad y libertad. Están muy lejos, sí, ustedes, sindicalistas de la enseñanza, de comprender lo que es la libertad y vivir en libertad de pensamiento y acción.

Sr. Obispo, ni de broma. Usted no se abrume, ni se amedrente ni se esconda. Siga adelante. Son las familias y los educadores, muchos de estos últimos deseosos de liberarse del stablisment, los que desean regirse autónomamente y en libertad. No se amilane ni acompleje, sea fiel al marco legal establecido, y dentro de ese estatus, la norma establecida, siga haciéndose presente allí donde le reclamen. Negarse a estar, Sr. Obispo, es negarle el principio de libertad, equidad e igualdad que los ciudadanos, creyentes o no creyentes, piden para sí.

Señores sindicalistas andaluces de izquierdas y laicos, los rockeros también mueren. Cristo no muere. Él es el Señor de la vida. Y por lo tanto, los que creemos en Él, no morimos. Cristo es el eterno contemporáneo, y por lo tanto, os guste o no, ustedes pasarán y la Iglesia, con sus mitras, prevalecerá. Y los niños, los padres y profesores, saldrán y se alegrarán al ver que alguien en nombre de Jesucristo viene a visitarles, y seguirán abriendo sus puertas de par en par. Y nadie se quedará fuera, nadie será excluido y todos serán atendidos, queridos y amados, sean del credo que sean, o no tengan credo porque así lo desean. Pero, ante todo, nadie, en el mínimo uso de la razón más elemental, cuestiona la libertad de pensamiento. Cosa que algunos de ustedes y otros ni lo huelen por asomo.

Por lo tanto, les animo a seguir persiguiendo: ¡Todos a por el Obispo! Eso es signo, de que la Iglesia de Jesucristo está más viva que nunca. ¡Va, por ustedes!.

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