Las dudas de la Comisión de la Memoria Histórica


Queridos amigos, esta cuestión que nos ocupa es extremadamente peliaguda y terriblemente peligrosa en cuanto a agravios personales e institucionales puedan generarse. Una iniciativa que nace de una bondad presupuesta de realizar justicia a todas las gentes, puede llegar a convertirse en un motivo de enfrentamiento, radicalización, viceralización de las relaciones humanas de un país en el que han costado muchos años apaciguar y reconciliar.

Ciertamente que a todos nos gustaría volver la mirada hacia atrás y reconstruir nuestra historia de forma diferente, pero la verdad es que no podemos reescribir lo que ya ha acontecido, ni construir un relato en perspectiva presente obviando la verdadera realidad a la que tuvieron que enfrentarse nuestros antepasados. Sí que podemos ayudar a restaurar heridas y conciliar, pero no generar, acciones que vuelvan a abrir laceradas que a todos nos deben avergonzar. Es justo recuperar la memoria de nuestros mayores pero no la desmemoria. Es justo ayudar a que todas las familias puedan dar sepultura digna a sus familiares, sean del signo que fuesen, de la elección que hiciesen o de la situación en la que se vieran obligados asumir. Y esto debería reunir el consenso de todas las gentes que admiren vivir en democracia, pero lo demás huelga decir que sobra, y solo es producto de mentes perversas e indolentes que no tienen otro afán que abonar un caldo de cultivo que impida cerrar una etapa de nuestra historia y seguir avanzando por el sendero del progreso y desarrollo que nos permita construir una sociedad, una cultura, donde situaciones tan abyectas no vuelvan nunca más a darse en nuestra España.

En la disposición primera de la Ley 52/7 de 26 de diciembre, Ley de Memoria Histórica, dice así: «nadie puede sentirse legitimado, como ocurrió en el pasado, para utilizar la violencia con la finalidad de imponer sus convicciones políticas y establecer regímenes totalitarios contrarios a la libertad y dignidad de todos los ciudadanos, lo que merece la condena y repulsa de nuestra sociedad democrática» ¿No pone esto en cuestión las conclusiones de la Comisión de Memoria histórica de nuestra ciudad de Córdoba? Porque el resultado de las mismas sólo está generando división y malestar en la ciudadanía. Y además, nuestras autoridades locales quieren imponer estas conclusiones desoyéndola e imponiéndolo con violencia. Sí o sí. Dicen que eliminarán el callejero de personas que ocupando lugares de decisión, trabajaron por el bienestar de nuestra Córdoba, cuyas acciones disfrutamos hoy como elementos diferenciadores, donde nuestros políticos actuales han demostrado su incapacidad para generarlos en nuestra ciudad, que tengan vocación de permanencia en el futuro. ¿Por qué hemos de acallar unos nombres como Conde Vallellano, Cruz Conde o Cañero que son sinónimo de desarrollo y progreso de la ciudad? ¿Simplemente porque no son de mi cuerda ideológica o porque coincidieron en el tiempo con un sistema de gobierno no democrático? ¿Qué hizo Dolores Ibarruri por Córdoba? O ¿Santiago Carrillo? O ¿Pablo Iglesias?

Pero otro detalle, ¿por qué la Comisión de Memoria Histórica de Córdoba no propone la eliminación del Morabito que está en los jardines de Colón? Este Morabito fue construido por Franco, el odioso dictador, en plena guerra civil para que sus huestes rezaran. Me temo que la comisión no se atreve a meterse con esta cuestión porque el trasero les huele a caca o porque no hay “huitos” o “huevos”, sencillamente porque es una incorrección política cuestionar minorías o porque no vaya que algún yihadista le de por ponerme un petardo en la entrepierna. No obstante, sí que le pone a la comisión ponerle un petardo en la entrepierna, desoyendo la propia Ley de Memoria histórica, a los curas católicos si estos mantienen un placa recordando a sus mártires en un lugar de culto. En el artículo 15 de la Ley de Memoria Histórica dice: Lo previsto en el apartado anterior no será de aplicación cuando las menciones sean de estricto recuerdo privado, sin exaltación de los enfrentados, o cuando concurran razones artísticas, arquitectónicas o artístico-religiosas protegidas por la ley. Los expertos de la Comisión traducen este artículo del siguiente modo: vamos a darle caña a la Iglesia Católica porque eso viste y nos da puntos, y ni por asomo a otras confesiones religiosas y menos si se trata del Islam, no vaya ser que nos pongan un petardo y viajemos por las estrellas por secula seculorum.

Esta misma ley, en su artículo 1.1. recoge lo siguiente: “Tiene por objeto reconocer y ampliar derechos a favor de quienes padecieron persecución o violencia, por razones políticas, ideológicas, o de creencia religiosa, durante la Guerra Civil y la Dictadura, promover su reparación moral y la recuperación de su memoria personal y familiar, y adoptar medidas complementarias destinadas a suprimir elementos de división entre los ciudadanos, todo ello con el fin de fomentar la cohesión y solidaridad entre las diversas generaciones de españoles en torno a los principios, valores y libertades constitucionales”. Esto lo firmo por completo. Por eso, me parece inexplicable e irracional el resultado de la Comisión de la Memoria Histórica de la ciudad de Córdoba. Es un gran despropósito y la muestra de mayor incapacidad, tontura e idiotez que alguien pueda jamás prefigurarse. E igualmente ingenuo y torpe que nuestra Alcaldesa y el equipo de Gobierno y oposición tengan unas tragaderas tan grandes que den por verdad algo tan brutal, bestial e inapropiado políticamente hablando. Porque me imagino que mi Alcaldesa quiere el bien, lo bueno y lo mejor. Pues lo que ha dicho la Comisión es lo peor, demoniaco y destructivo para la ciudad, hasta tal punto, que usted, Sra. Alcaldesa pasará a la historia de Córdoba por aquella que destruyó para siempre un la ciudad de la armonía, la justicia y la paz.

Viendo esto, añoro a esos otros grandes políticos que ocuparon puestos de responsabilidad en la ciudad. Cuando hemos hablado de esta cuestión coincidíamos en la importancia de la reconciliación, que todas las familias pudieran enterrar con dignidad a sus difuntos. Era la oportunidad de cerrar heridas definitivamente y mirar hacia delante. Ellos, eran conscientes de la barbaridad de negar el reconocimiento que bien merecen las personas que hicieron de Córdoba la ciudad que hoy todos disfrutamos y seguimos construyendo.

3 Comentarios

  1. Muy bien, está claro que cuando uno es un inútil solo puede hacer cosas inútiles.
    ¿Porque no miran las tasas de paro de Córdoba o el desorden urbanístico que hay, sin contar con las desigualdades en las barriadas y el atraso en la gestión administrativa del Ayuntamiento?. Coño porque eso si tiene algo de importancia y transcendencia para la ciudad.

Comments are closed.