Ayer tuve la oportunidad de leer una entrevista que le hacían a nuestra alcaldesa, Isabel Ambrosio, como presidenta de turno de la Asociación Ciudades Patrimonio de la Humanidad de España. Me encantó el recorrido que hacía sobre el valor patrimonial material e inmaterial que alberga nuestra ciudad. Ciertamente para sentirnos extremadamente satisfechos.

Estoy convencido de que todos nos sentimos orgullosos del legado patrimonial que poseemos y al que estamos llamados a cuidar y conservar responsablemente. Una ciudad construida en el tiempo, sustentada en el pilar de diversas culturas milenarias que armónicamente dibujan una propuesta difícilmente alcanzable en otros lugares. Esta realidad ha ido conformando el espíritu de una ciudadanía que es valorada en todas partes por su espíritu acogedor, abierto y alegre, que hace que los visitantes hallen un oasis que colman los sentidos.

Unidos a ese compromiso por parte de las diversas administraciones, corporaciones empresariales y asociaciones directamente afectadas en la promoción turística de la ciudad, la Iglesia debe seguir redoblando esfuerzos en esta labor de dar a conocer nuestra riqueza patrimonial. A sabiendas, de que en nuestras manos está la posibilidad, además, de evangelizar a través de la cultura. Es el empeño en el que viene trabajando el Cabildo Catedral y los responsables del patrimonio cultural de la Diócesis.

Nuestro Obispo, Mons. Demetrio, nos recordaba en su carta pastoral al inicio de curso: “Somos depositarios, en calidad de dueños, de todo un patrimonio cultural, que hemos de gestionar para la evangelización, es decir, para comunicar a los hombres y mujeres de nuestro tiempo el gran valor del Evangelio, que se ha hecho cultura. (…) lo que hemos recibido en herencia es para darlo, para mostrarlo, para llevar a nuestros contemporáneos al encuentro con Dios por el camino de la belleza y de la cultura”. He aquí, un medio de colaboración con la sociedad en el esfuerzo de dar a conocer la riqueza de nuestra historia añadiendo este elemento diferenciador, evangelizar, que no sólo resta sino que aporta un valor añadido a la propuesta cultural de nuestra ciudad.

La Santa Sede nos recordaba en el año 2011, la necesidad de llevar a cabo esta tarea con “medios actuales y atractivos, y aprovechando los recursos personales y tecnológicos que están a nuestra disposición”. La elaboración de recorridos turísticos como podría ser recuperar la ruta de las iglesias fernandinas. Establecer un amplio horario de apertura y disponer de una estructura de acogida. Crear grupos de voluntarios que desde sus conocimientos técnicos y experiencia religiosa pueden realizar una extraordinaria actividad catequética. Añadía también, “la elaboración de “publicaciones locales en forma de folletos turísticos, de páginas web o de revistas especializadas en el patrimonio, con el intento pedagógico de evidenciar el alma, la inspiración y el mensaje de las obras, y con un análisis científico dirigido a la comprensión profunda de la obra”.

En definitiva, “mostrar el verdadero significado de todo este acervo cultural, nacido al calor de la fe y para gloria de Dios”. Creo que este puede ser un camino muy bueno a recorrer en colaboración con todos los estamentos y organismos e instituciones centradas en la promoción turística de nuestra ciudad y conservación del Patrimonio Cultural.