Hay que votar


Los obispos de Andalucía en un escrito reciente con motivo de las elecciones de este domingo exponían una serie de orientaciones con las que querían  “llamar la atención sobre la importancia de participar responsablemente en ellas. Con esa participación se cumple el deber moral que todo ciudadano tiene siempre en la búsqueda y afianzamiento del bien común de la sociedad en que vive”. Es cierto que en ocasiones podemos estar cansados de una dinámica en la que podemos llegar a pensar que no tiene sentido votar. No obstante, como nos indican nuestros obispos, es un deber moral ser corresponsables en la construcción de una sociedad más justa y solidaria.

Puede ocurrir que ante el hecho de ir a votar nos encontremos desorientados y sin saber qué opción elegir, algo así como decía Pedro Almodóvar,de golpe se acercan unas elecciones y no sabes a quién votar. Sé lo que no quiero votar, pero lo que quiero votar no lo veo. Eso produce una impotencia enorme y los políticos deberían darse por aludidos”. Efectivamente deberían darse por aludidos ya que no tiene correspondencia lo que percibimos a través de los medios de comunicación –insultos, faltas de respeto a las diferentes opciones políticas, mercadeo de la palabra, herir la inteligencia del votante, la falta de concreción en los problemas reales…- con lo que plasman por escrito en sus programas.

He realizado el ejercicio y deber democrático de leerme los programas de las principales opciones políticas y los he comparado con los de hace cuatro años; salvo en alguna que no existía antes o no he sido capaz de encontrar en la red. Y me he confirmado en que el papel lo aguanta todo e incluso las contradicciones dentro de un mismo programa electoral. Los mensajes entre diferentes opciones son tan dispares que no terminas de aclararte si todos se presentan a gobernar en el mismo territorio. En síntesis, una falta de concreción salvo en alguna opción política en que son capaces de llegar a explicitar las acciones que emprenderían en cada zona de la comunidad autónoma. Por lo menos, sípresentan un criterio exigible si accedieran a gobernar. En la mayoría, una declaración de principios y propuestas para las que se necesitarían años y años y la voluntad política de todas las administraciones. A esto se le llama ausencia de realidad y por lo tanto difícilmente comprobable, evaluable, y dado a la excusa fácil y a escabullirse del escenario.

Todo esto no debe arruinar la oportunidad que cada individuo tiene entre sus manos de decidir quién quiere que le represente y gobierne. Decían LyndonBaines Johnson que “el voto es el instrumento más poderoso jamás concebido por el hombre para derribar la injusticia y destruir las terribles paredes que encarcelan a hombres por ser diferentes de otros hombres. El circo que acompaña cada campaña electoral, el dislate que acontece día tras día en la búsqueda de un titular si cabe más amarillista, no puede recluirnos en nuestros hogares. El deseo del bien, lo bueno, lo justo, lo verdadero, es suficiente motivación para coger la papeleta y depositarla en la urna; quedarnos en casa es mostrarse indiferente ante el hecho de construir una sociedad en constante progreso y desarrollo.

Andalucía está ante la encrucijada de convertirse en una región donde prevalezcan los valores que sustentan la permanente búsqueda de la dignidad de la persona: la vida, el trabajo de calidad, un hogar loable, educación de excelencia, un futuro esperanzador para los jóvenes, cuidado benevolente de nuestros mayores, la generación de riqueza con la implantación de un tejido empresarial armónico y equitativo, la difusión de un tesoro cultural incomparable, el compartir el espíritu de acogida, libertad y alegría del sur, la belleza de un entorno inconmensurable… en definitiva, un lugar privilegiado donde todos quisieran vivir. Esa es nuestra tierra, verde y blanca, pureza y esperanza, por ello hemos de ir a votar. Porque el otro, el que es diferente, es mi hermano, y juntos formamos la gran familia de andaluces.