Ahora, más amor


Estos últimos días han venido marcados de forma inexorable por la esperanza de hallar con vida al pequeño Julen, compartiendo el dolor y sufrimiento de unos padres que han visto de nuevo truncados sus sueños y el proyecto de un hogar, el anhelo de construir una familia gozosa. Unas semanas donde el hombre colectivamente ha luchado de manera incansable, sin sucumbir ante el desánimo, el cansancio o la desesperación, contra los elementos de la naturaleza y el tiempo, que se había convertido en el peor de los enemigos.

Hemos sido testigos de la bondad del hombre en los innumerables gestos y actitudes que han surgido por todos los rincones, cercanos y lejanos, de personas conocidas y desconocidas. Se ha hecho evidente que querer es poder; cómo diversas administraciones de signos políticos diferentes se han entregado con absoluta generosidad; el ofrecimiento y disponibilidad de tantos organismos privados y personas a título individual. Todos y toda la capacidad para alcanzar un fin bueno, justo y noble, luchando denodadamente hasta el riesgo de la entrega de la propia vida de la que ejemplarmente han dado testimonio del primero al último.

Desgraciadamente, también en momentos extremos como éste, se hace presente la fealdad y monstruosidad de la que es capaz el ser humano, como hemos podido observar a través de las redes sociales. Aunque haya vivido muchas cosas, no dejo de sorprenderme de lo miserable que también puede llegar a ser la condición del hombre. Prueba de que la maldad en sí misma existe. Está ahí. Y también se contagia como el peor de los virus. Y esta enfermedad solo se cura con amor, como diría San Juan de la Cruz: “Donde no hay amor, pon amor y sacarás amor”, o como nos animaba Pablo VI: “Amar es el principio, amar es la fuerza, amar es el método”.

No hay lugar a muchas más palabras que las de agradecimiento ante tanta generosidad y bondad; acompañar a estos padres, pedir al Señor mucho por ellos. Es difícil poder consolar o mitigar tanto dolor. Pedir para que encuentren la paz del corazón y juntos volver a levantar la mirada y llegar a descubrir que tiene sentido la vida, seguir viviendo. Es ahora cuando más van a necesitar del afecto y del amor de todos para poder levantarse y volver a caminar con el vacío de sus dos hijos, el amor de sus entrañas, que jamás les abandonará.