Cofrades, una Cuaresma y Semana Santa diferente


Queridos cofrades:

Vivimos unos momentos muy difíciles a raíz de este virus (COVID-19) que se ha extendido en nuestro mundo adquiriendo las dimensiones de una pandemia. Somos invitados por las administraciones a la responsabilidad y a la colaboración con simples actitudes y sencillos gestos que no cuestan nada, solo un pequeño sacrificio personal y un derroche de generosidad y caridad no comparable a la lección de amor que nuestro Señor Jesucristo nos enseña clavado en una cruz, dar la vida hasta el extremo.

Como cofrades, cristianos cofrades, estamos llamados a vivir una Cuaresma muy diferente a la que estamos acostumbrados, pero quizás más profunda hasta catar su verdadera esencia. Os invito a no estar preocupados de si habrá o no habrá salida procesional. Eso es lo de menos y también lo de más para los que vivimos nuestra vida espiritual y de seguimiento a Cristo como cofrades. Otros hermanos nuestros, y también los más alejados de la fe, viven las procesiones con verdadero espíritu de contemplación y lamentan el hecho de que este año todo sea tan diferente.

También este año es un año de gracia. Claro que sí. Viviendo esta Cuaresma bajo esta terrible desgracia como un momento para compadecer con Cristo. En esta experiencia de desvalimiento, sufrimiento, sacrificio, dolor, pesadumbre…, nos mimetizamos de algún modo con el padecer de Nuestro Señor en su pasión y muerte en la Cruz. Pero no olvidemos que esta circunstancia por muy dolorosa que sea no es el final, sino que tras esta terrible oscuridad veremos la luz, porque Cristo venció la muerte, Cristo vive, Cristo ha resucitado y en Él está nuestra esperanza.

Por ello, queridos hermanos cofrades, os imploro que en vuestras casas coloquéis un pequeño altar. Colocad una imagen de vuestros titulares, unas velas, la Palabra de Dios, quien tenga incienso, ponga algo, quizás también una marcha, una música clásica como la Pasión según San Mateo, o canto gregoriano…, según el gusto de cada uno, cread el ambiente cofrade o clima de oración, y en familia, orad juntos todos los días a la luz de la Palabra, y qué mejor que meditar la Pasión de Nuestro Señor, y rezar por todos los enfermos y los profesionales sanitarios y todo el personal de servicios que se están dejando la piel por ayudar y sanar a todos los enfermos. Reuníos en familia para celebrar la Santa Misa a través de los medios de comunicación y así mantener la comunión con todos los hermanos y realizar la comunión espiritual. Nuestra oración es necesaria, justa y obligada, pidiendo insistentemente a nuestros titulares el don precioso de la sanación y que volvamos a recuperar la cotidianidad de la que disfrutamos sin pensar nunca que es eso, un regalo de Dios, y no un triunfo del hombre.

Este pequeño sacrificio que todos vais a hacer, esta privación de lo que nos apetecería, es ya reparación por nuestros pecados que son ofensas a tanto amor derramado por nuestro Señor; también nuestro sacrifico y penitencia hace bien por nuestros hermanos porque es ofrenda de amor que sube hasta las plantas de nuestro Dios como el incienso al altar de la eternidad; por ello, que nuestras oraciones sean siempre por los mayores, los enfermos y los más necesitados de nuestra parroquia y de la hermandad y, por extensión, para todos los enfermos y asaetados por esta terrible y devastadora enfermedad.

Seamos ejemplo de militantes cristianos y cofrades, entreguemos la vida para dar vida como nuestro Señor la entregó para ser salud de todos nosotros. Y sigamos el ejemplo de nuestra bendita Madre que silentemente fue tras las huellas del Nazareno, que mure en la Cruz y resucita al tercer día. Y, cómo no, pedid la intercesión del Santo Custodio, el arcángel San Rafael, medicina de Dios.