Domingo de Pentecostes


Patricio Ruiz Barbancho.
Amigos y hermanos en la fe:

He querido incluir en la homilía esta Secuencia que se leerá en todas las misas del mundo, hoy. Porque da paz, magnanimidad, alegría, fortaleza y consúelo.

Tras 50 días celebrando la Resurrección del Señor, tras la Ascension de Cristo al Cielo, este Domingo, envía al Espíritu Santo sobre los apóstoles reunidos en el Cenáculo, donde estaban en oración junto a la Virgen María. Encerrados por miedo a los judíos.

Y es que el miedo lo puede pasar cualquiera, puesto que es libre, pero no podemos tener miedo a Dios, que es el más nos quiere. Miedo? Bueno. Cobardía? Nunca.

De la misma manera que el pecado de Babel, causó la separación y discordia entre los hombres, Pentecostés, nos vuelve a reunir a todos, en la casa común de los cristianos: la Iglesia!!!

A partir del envío del Espíritu, Dios los capacita para ser guerreros de Cristo en toda la faz de la Tierra. Y eso mismo que nos narra la primera lectura, “ el hablar en todas las lenguas, que ni siquiera conocían los apóstoles”, es lo que sucede hoy en todo el Orbe cristiano; en dialectos, lenguas extrañas, idiomas desconocidos para la mayoría del mundo, hoy se alaba la grandeza de Dios, a lo largo y ancho del planeta.

El pecado separó y sigue separándolo todo, por ello es fruto del Diablo; el Espíritu Santo, une a millones de creyentes, que aunque sintamos miedo a veces, se lanzan confiados a la misión encomendada por la fuerza del Espíritu de Dios. Por eso, el sacramento de la Confirmación nos hace recibir toda la fuerza necesaria para anunciar y llevar el Evangelio a todos. El mismo que recibieron los apóstoles aquel día.

Ha empezado el tiempo de la Iglesia,  los apóstoles han marchado hasta los confines del mundo a llevar la buena noticia; uno de ellos, Santiago el Mayor llegó hasta el fin del mundo ( finis terre), España para que creyéramos en la Buena Noticia. Ahora sí que estaban fuertes, gracias a esta Ayuda Divina. 12 hombres empezaron y Dios los asistía con su Espíritu.

Por eso, un cristiano, ama a la Iglesia, a la que considera su Madre, porque en ella hemos nacido por el Bautismo, hemos sido alimentados por la Eucaristía, se nos ha fortalecido con la Confirmación, el Matrimonio o la Unción de los enfermos, se nos ha mandado la ayuda del Sacerdocio y se nos ha lavado el alma en la Confesión.

No hay salvación sin iglesia, no hay creyente sin Misa, no hay católico fuerte sin la Confirmación. No estás confirmado? A qué esperas? Necesitas esa fuerza. Porque no es un papel más para la carpeta de titulitos, o una excusa para comprarte un traje nuevo y hacer una fiesta a lo loco,  sino lo que te va a hacer capaz de vivir como un católico coherente y dispuesto a todo por la Fe.

“Recibid el Espíritu Santo”, dice el Señor en el Cenáculo. Con El, hasta el final. En la Sagrada Escritura aparece simbolizado el Espíritu, como agua en reposo, nube de luz y humo que guía a Israel por el desierto, brisa suave, paloma, llama de fuego,……A fin de cuentas, es Dios que guía a los cristianos y fortalece a la Iglesia hasta el final de los tiempos; por eso mismo, no nos hemos “cargado” a la iglesia, los pecadores que la formamos, así que mucho menos, los enemigos ajenos que la atacan sin conocerla por dentro. Orgullosos de ser católicos y poseer al Espíritu, que nos da vida, igual que el alma da vida al cuerpo.

Pidamos en este Domingo sus dones, porque pase lo que pase, suceda lo que suceda, la Iglesia, prevalecerá!!!

Feliz Domingo de Pentecostés a cada uno!!!
Amén