Domingo XXV del Tiempo Ordinario


”El que quiera ser el primero, que se haga servidor de todos”.

Queridos todos:

Otro nuevo Domingo nos regala el Señor de vida para su servicio, para el descanso de cuerpo y alma y para alegrarnos de formar parte de esta gran familia que es la Iglesia.

El Señor en el Evangelio de hoy anuncia a sus apóstoles que tiene que llegar la Pasión y la muerte, para después resucitar de entre los muertos el primero de todos, cosa que los discípulos no entienden. Es algo que a nosotros nos cuesta también y que creemos porque lo intentamos vivir en nuestro día a día cotidiano, fiándonos a ciegas de la Palabra del Señor. Por cierto, el único que nos puede decir qué hay que hacer en esta vida, para recibir después el Cielo, porque es el único que ha bajado del Cielo para anunciarnos “el otro lado”.

Así lo vivieron Los Santos, como dice el Señor: ”El que quiera ser el primero, que se haga servidor de todos”. ¿De todos Señor?, ¿o solo de los que me quieren y me alaban? De todos, sin excepción; casi nada. Por ello la primera lectura del libro de la Sabiduría describe al justo, aunque el verdadero Justo es Jesucristo, pero nos ayuda a ver cómo vive o debe pelear por vivir el verdadero cristiano: pacientemente, cargando la cruz diaria o pasajera, superando dificultades de la mano De Dios, confiando todo a la Divina Providencia y trabajando como si todo dependiera de uno mismo.

Por ello el modelo que pone Cristo en el Evangelio es el de acoger a un niño, en el cual se representa a todo aquel que es débil, dependiente de los demás, sencillo, vulnerable.

Que no nos pase como a los que dirige Santiago la carta que leemos en la segunda lectura: rivalidades, envidias, disputas innecesarias, guerra viva entre los cristianos, que solo hace daño de puertas para adentro y para afuera.

Nosotros, a lo que el Señor nos pida y nos mande, que el premio estará asegurado si nos fiamos de Él y no del mundo ambicioso que nos rodea.

Feliz Domingo, feliz día del Señor.