Del poder de unos colores y un escudo


juez RFEF Córdoba
Escudo del Córdoba CF./Foto: Irene Lucena

Estos últimos días, con el inicio de la competición de futbol para aquellas categorías inferiores a la Segunda División en el aire, venimos leyendo y escuchando mucho sobre la inscripción del Córdoba, C.F. en la R.F.E.F. para poder participar la próxima temporada en la Segunda División B y, sin ánimo de entrar en debate deportivo y en el amor a unos colores, observo, ya no con mucha perplejidad, la diferencia de trato y compresión cuando a clubes de fútbol se refiere.

No está tan lejos la anterior crisis económica que nos deparó la desaparición de empresas “emblemáticas” en nuestra ciudad, que supuso una gran pérdida de puestos de trabajo y de volumen de negocios, arrastradas por la “burbuja inmobiliaria” y “crisis financiera”, con la caída en cascada de pequeñas y medianas empresas, ante las deudas que estas sociedades “emblemáticas” les dejaban y que tras su concurso de acreedores no podían cobrar, llevándolas a la ruina y desaparición.

Cuando aquello ocurrió, no hubo nada más allá que los lamentos (y no muy públicos y difundidos) de aquellos que veían cómo sus negocios quedaban afectados y se veían en muy difícil situación, pero la sociedad siguió con su ritmo, sin ninguna desilusión por la desaparición de estas sociedades y, claro, las Instituciones -más bien los políticos que en ellas se encuentran-, nada tenían que decir al respecto o, como mucho, pasaban de puntillas, pues se trataba de empresas de particulares que debían solucionar sus problemas por ellas mismas, por mucho que esas empresas pudieran representar una gran cuota de la actividad económica de la provincia.

Sin embargo, en el mundo del fútbol, donde ya son muy pocos los clubes que pertenecen a sus socios, ya que tienen unos dueños que son los propietarios de sus acciones (y aquellos que se llevan los beneficios) y no sus aficionados, parece que si desaparece un club es tanto como si a la ciudad le quitaran uno de sus elementos más definitorios y promotores de la economía local.

No deberíamos olvidar que nuestro Córdoba, C.F. hace años se convirtió en una S.A.D., que con una idea inicial de que fuese de los socios que componían aquella masa social, fue pasando a ser propiedad de unos y otros, cada cuál con sus luces y sus sombras, pero donde el cordobés, o, mejor dicho, el cordobesista, poco o nada ya tenía que opinar, sino alimentar los beneficios de los inversores que fueron adquiriendo el Club.

Esa gestión, que no voy a entrar a opinar, pues creo que la situación a que ha llegado hace que se valore por sí sola, ha llevado a un escenario, para mí, extraño y en el que se han puesto a los “peones de este ajedrez”, los cordobesistas, a gritar para que se le de una solución para que esta sociedad no desaparezca.

Lo que antes era Córdoba Club de Fútbol, SAD, ahora pretende ser Unión Futbolística Cordobesa, SAD, sociedades con sus dueños donde lo más importante, como no podría ni debería ser de otra forma, dada su forma jurídica y mercantil, son los resultados económicos (lógicamente, acompañados de los mejores resultados deportivos), pero para beneficio y gloria de sus propietarios, que no son los cordobesistas, habiéndose llegado a escuchar en los últimos días, incluso, que la opinión de los llamados “minoritarios”, no tiene ninguna transcendencia o valor, ya que son “minoritarios” en la entidad Córdoba Club de Fútbol, SAD, pero no son nadie en Unión Futbolística Cordobesa, SAD, pues allí no tienen acciones y, por tanto, nada tienen que decir al respecto sobre el futuro del Córdoba, C.F., es decir, la opinión del aficionado no tiene ninguna transcendencia para los que quieren ser los gestores de esos colores y escudo.

Lo cierto es que, a día de hoy, la entidad Córdoba Club de Fútbol, SAD adeuda aún una importante cantidad, tanto a los que ya le debía cuando se declaró en concurso hace ya unos años, como, y sobre todo, a los que después les ha dejado a deber aún mucho más dinero.

Sin embargo, a diferencia de las demás sociedades, ésta, la SAD Córdoba Club de Fútbol, no debe desaparecer y si lo hace que no lo haga el Córdoba, C.F. y para ello se movilizan las Instituciones, más bien, como he dicho antes, los políticos. Aquí sí que los vemos manifestando y prometiendo su apoyo para su subsistencia y como, también, se producen imaginativas ideas jurídicas, como la existencia de un segundo concurso cuando aún el primero no ha concluido por estar su convenio, aprobado por sus acreedores, en fase de cumplimiento. Un segundo concurso donde se vende el activo de la sociedad a una nueva sociedad tan privada, o más, que la que era propietaria de ese escudo y esos colores y donde ya no hay ni “minoritarios”, pero, lo importante es que el blanquiverde y el escudo sigan.

Pero lo cierto es que, gracias a unos colores y un escudo, se buscan soluciones súper-imaginativas para que no desaparezcan y son apoyadas por todas o casi todas las Instituciones, pero cuando las demás sociedades entran en problemas, éstos son de sus socios y ellos, o más bien sus administradores (que en muchos casos coinciden), son los responsables de resolverlos.

El día que seamos capaces de defender nuestras empresas al mismo nivel que una camiseta y un escudo seremos invencibles.