El progre cultural


Progre / Foto: Youtube InfoVlogger

I.- Don Gustavo  había lucido en tiempos  una cabellera encrespada, como un jaral áspero, apretado,  impenetrable…  y una barba, por contra, lacia y decadente, muy al melancólico estilo de Valle – Inclán. Luego, con el paso del tiempo, el pelo escaseó, y aunque no podía reputársele ser calvo legítimo, lo cierto es que la calavera la lucía empobrecida y brillosa, plantada  de unos  pelos anárquicos y  desvitalizados, que rayaban  de modo  desordenado la monda superficie de su cabeza.

Ello no obstante, él quería seguir ejerciendo de progre cultural, así que, en vez de rasurarse la escasa pelambre, optó por dejarla crecer,  y recoger  luego esas prolongaciones famélicas  en una  paupérrima coleta,   que le daba un inconfundible marchamo de izquierdista acreditado y, sobre todo, de  intelectual de izquierdas, con la supremacía intelectual que ello conllevaba .

Para ratificar su progresía, Don Gustavo  leía con afán a poetas de orientación marxista, a novelistas de orientación marxista,  a ensayistas de orientación marxista…. Y más aun, memorizaba sus versos, sus citas, sus decires y , llegado su momento, en cualquier discusión, los  lanzaba como certeros dardos, en un indisimulado afán de situarse en una élite cultural a la que no pertenecían sus amigos de tertulia.

Y así, cuando defendía la reacción violenta de manifestaciones izquierdista, o los deseos del gobierno de controlar el poder judicial  o la libertad de prensa, él  se situaba como defensor de un pueblo aparentemente sometido y decía, aunque no venía a cuento :

  • Cito a Marcos Ana, poeta y comunista:

«Yo no pido clemencia.

Doy banderas.

Pase de mano en mano el golpeado

corazón de mi pueblo prisionero»

Y si alguien insistía que coartar libertades era insostenible él se encocoraba  y abundaba en sus diatribas y señalaba que transformar España necesitaba alguna cirugía mayor  que justificaba las interferencias del gobierno. Y aunque no venía a cuento, disparaba unos versos de Blas de Otero:

A veces pienso que sí, que es imposible

evitarlo. Y estoy a punto de morir

o llorar. Desgraciado de aquel que tiene patria,

y esta patria le obsede como a mí.

Y entonces, tras su diatribas, el personal se acobardaba y no le contradecía: unos por abulia, otros por respeto y otros, quizás los más, porque se achantaban delante de un progre cultural que, en cuanto te descuidabas, te soltaba, al tenazón, viniera o no a cuento, una cita o un verso, que te dejaba desarmado y con las pata colgando.

II.- La cosa es que Don Gustavo, de un tiempo a esta parte,  aunque seguía defendiendo a muerte sus ideas,  estaba empezando a entrever que algunas de ellas estaban mudándose, que ahora pensaba algo distinto..o muy distinto, según.

Sin embargo, a pesar de esa intima convicción que le remusgaba por dentro, se sublevaba si alguien criticaba al gobierno y, en cuanto podía, lanzaba su tirascazo cultural. Y si alguien osaba medio contradecirle, Gustavo, con maneras de predicador suficiente y airado, decía :

  • Lo que tú sostienes es muy relativo, amén de ser propio de fachas.

Y  entonces el personal se acobardaba y no le contradecía: unos por abulia, otros por respeto y otros, quizás los más, porque se achantaban delante de un progre cultural .

Don Gustavo, por eso de que era progre, era también feminista radical, y hablaba del empoderamiento con verdadero fervor, y del patriarcado excluyente, y de la violencia machista, y de todo lo que sonara con esa música.

Y defendía le gestión de la pandemia y los pactos inconfesables y que, cada día, se cercenaran las libertades, manipulando el poder judicial, o imponiendo estados de alarma casi eternos o controlando la prensa o acorralando la libertad de enseñanza….

Y si alguno de sus amigos le afeaba esas actuaciones del gobierno Gustavo  se ofendía y, como un predicador airado, echaba la soflama y, viniera o no a cuento, pegaba su tirascazo cultural, citaba  a cualquier poeta ,a cualquier ensayista, a cualquier novelista, izquierdistas, por supuesto, y luego remataba :

  • Lo que tú sostienes es muy relativo, amén de ser propio de fachas.

III.- Así hasta que un día , se pasó por la reunión Laureanito. Laureanito era  muy feo y desgarbado, así como un cigüeño mal hecho,  y muy apocadito el pobre y apenas hablaba. Laureanito, por sus complejos, llamaba a todos de usted, aunque fueran amigos de toda la vida.

Pero Laureanito andaba revuelto con lo de la ley Celá. Así que, sin mayores prolegómenos,  a cara  de perro,   le espetó a Don Gustavo :

  • Don Gustavo, usted que es tan leído, ¿cree que es conveniente que se margine en las escuelas el idioma español? ¿Qué pensarían de ellos esos poetas y esos sabios que usted cita tan a menudo?

A Don Gustavo le subieron unas templanzas  muy intensas pescuezo arriba y luego esas templanzas  se le aquerenciaron en las mejillas y en las orejas, que se le pusieron, de repente, muy bermejas y calientes. Buscó en su mente una un verso de poeta, una cita de un ensayista, un texto de un novelista…y nada halló.

Así que se levantó muy repuntado y se fue. Pero antes de salir se volvió a Laureanito y dijo :

  • Lo que tú sostienes es muy relativo, amén de ser propio de fachas.

Al día siguiente volvió a la tertulia. Su imagen había cambiado. Bien peladito, acicalada la sotabarba. La coleta grasienta era ya un recuerdo.

  • Buenas tardes, señores.

Laureanito, con mucha discreción, bisbiseó:

  • Hay un progre cultural menos.

Todos , entre dientes,  rieron y Don Gustavo se hizo el sordo y se acarició  la  calva satisfecho. No halló la coleta pringosa y supo que, de ahora en adelante, no  estaría esclavizado por  el pensamiento único de los pretendidos progresistas y que pensaría libremente lo que le pareciera mejor.

El camarero se acercó :

  • Don Gustavo, ¿ un té rojo como siempre ?

Y Don Gustavo:

  • Hoy voy a cambiar.

Y pidió una infusión más  reconfortante : un té verde.