Hasta aquí hemos llegado


Te acabas dando cuenta de que tú estabas errado y algunos otros herrados.

Como saben ustedes, mis queridos lectores, porque les doy la brasa con el tema asiduamente, durante los últimos meses he estado especialmente involucrado en el asunto del asociacionismo comercio-vecinal del Centro de Córdoba. He intentado aportar lo que buenamente he podido al asunto, pero, ciertamente, creo que de poco ha servido. He descubierto que no tengo la paciencia que hay que tener para estrellarse contra El Muro, levantarse y volver a estrellarse, una y otra vez.

El Muro es la Administración Pública, pero El Muro no es el problema, el problema son los compañeros de viaje. Te montas en el barco pensando en que todos los marineros tienen un único propósito (el desarrollo económico y social de la Ciudad), pero te acabas dando cuenta de que tú estabas errado y algunos otros herrados. Aquí me he encontrado de todo: egos desmedidos, ansia por la polémica, gente que solo piensa en sus propios intereses particulares (no en los de Córdoba), y (esto es lo peor de todo) los que son más pesados que el cuñao de Rocky (¡uf!).

Conmigo que no cuenten. Pido disculpas a los compañeros de buena fe (que también los hay) con los cuales me comprometí, pero francamente, prefiero dejarlo ahora antes de que esta lucha perenne me consuma las pocas energías que me quedan. Probablemente sea insolidario con la gente que lucha de verdad en esta causa, pero he llegado a la conclusión de que el gasto de energía que se requiere para obtener el más mínimo y pírrico avance es tal que no merece la pena. Un fuerte abrazo a todos ellos. Les deseo mucha suerte.

Procuraré olvidarme de la cuestión y volveré a escribir sobre temas verdaderamente importantes como la música, el cine o el Atlético de Madrid. Además, últimamente me estoy acercando a la poesía, así es que prometo enviarles de cuando en cuando algún soneto o al menos alguna cuarteta que otra.

Lo dicho, que me piro.

Quieran a la gente de su alrededor y les irá mejor. Besos.