Okupas


Si le quitas la k se les viene abajo el cotarro ideológico y solo les queda el delincuencial. La k es vasca y tan rotunda como todo su pensamiento.

Lo he puesto con k, que es como quieren ellos que se ponga. Si le quitas la k se les viene abajo el cotarro ideológico y solo les queda el delincuencial. La k es vasca y tan rotunda como todo su pensamiento. Escribimos con k todo lo que nos parece vasco y puede que con el tiempo hagamos vasco todo lo que se escribe con k. Un jesuita arrepentido intentó hacerlo, e incluso Unamuno escribía Kultura, si bien era más por devoción alemana que vasca. La k ha hecho mucho daño en muchos sitios, pero especialmente en España, donde gracias a ella se inventó Euskadi. Ese extraño lugar que se justifica solo por  hablar un idioma fingido que nadie entiende pero al que todos atienden con susto. La k no fabrica palabras, sino aldabonazos. En realidad, los nacionalistas vascos hablan un castellano fino, los socialistas menos fino y los populares acaso sean los únicos que hablen un poquito de vascuence para parecer tan vascos como el que más. Los etarras preferían disparar a hablar. Pero la k no solo ha hecho a los vascos, también hizo a los anarquistas. Nada hay más atrabiliario que una k.

Por tanto, la k está asumida por nuestra lengua a efectos ideológicos y cosmopolitas. No existe la k en las lenguas romances. La k no es necesaria para ser castellano, ni andaluz, ni siquiera vasco, pero sí para ser antisistema. Los marxistas utilizan la k para parecer anarquistas cuando les conviene, aunque luego los traten peor que a los burgueses. La k tiene un intenso respaldo revolucionario que interesa a los okupas para parecer también anarquistas, aunque sean más bien leninistas de andar por casa. El pretendido anarquismo de los okupas podría ser cierto si consideramos que la anarquía de base es el gamberrismo, más instintivo sin duda que reflexivo. Porque la reflexión en el okupa, que la tiene, entronca más con el gansterismo.

Hace años que la universidad de Córdoba, a través de su revista Ámbitos, realizó un concienzudo estudio que, como es natural, no incorporaba ninguna de las relativas boutades antedichas. Pero sí incluía la ocupación de viviendas con k como formato de la disidencia social. Son nuestros universitarios quienes declararon que la ocupación de viviendas era una forma de lucha política y descubrieron en el movimiento okupa una praxis contra el “feroz sistema capitalista impuesto por la sociedad del bienestar”. Son, pues, los universitarios cordobeses quienes descalificaron de este modo tan preciso tanto a liberales como a socialdemócratas. Pronunciado en un mitin pasaría por un mero dislate de la extrema izquierda. Escrito en páginas universitarias se transforma en un grave sabotaje contracultural.

Es verdad que nadie lee a los universitarios en la propia universidad. De ahí tal vez que haya tantas tesis doctorales fulleras que pasen por científicas. Pero esto no es excusa para no reconocer la advertencia que se nos hace desde su altar docente. Afirmar que “el movimiento okupa pude ser parcialmente caracterizado como una forma contemporánea de anarquismo”, para añadir después que “su campo de acción se ha desviado hacia temas sociales y, entre ellos, la marginalidad, en lo que parece un pacto latente con el Estado cuya finalidad se centra en esconder ciertos estratos sociales desintegrados y conflictivos”, resulta cuanto menos inquietante en relación a las ideas políticas que pasan por las amuebladas cabezas de nuestros universitarios. Para que no quepa duda, insisten: “los okupas cumplen una función, aunque marginal, en el mantenimiento del orden social y político”. ¿Y no es esta función, al cabo, la que estamos viendo cumplir en la práctica? ¿No se explica la permisividad administrativa ante los okupas en ella? ¿Acaso la okupación no es en el fondo más que una refinada estrategia para el “mantenimiento del orden social y político” representado por Sánchez y Podemos?…

Lo dice nuestra universidad. Doctores tiene para el estudio y también para el adoctrinamiento. No echemos en saco roto su enseñanza.