Millones de juguetes solo para ti


La noticia rompió algún corazón ya viejuno, de aquellos niños de los 90 que jugaron con las Tortugas Ninja

Cuando en 1994 abrió el centro comercial El Arcángel traía consigo una de las mayores firmas de distribución y venta de juguetes que sólo se había implantado, por entonces, en algunas grandes capitales. Toy’r’us (en adelante Toysarás, porque me resulta más cómodo) suponía  el paraíso capitalista del juguete. Todos estaban allí. Y la verdad, era una maravilla echar un rato entre sus pasillos aunque uno ya hubiera tenido sus más y sus menos con Hacienda o alguna exmujer.

Cuando ayer publicamos la noticia de su cierre en Córdoba, más de un lector echó alguna lagrimita. De hecho fue una de las noticias más leídas. Rompió algún corazón ya viejuno, de aquellos niños de los 90 que jugaron con las Tortugas Ninja, los Micromachines, la Sega y toda aquella gama interminable año tras año, temporada tras temporada, de juguetes increíbles, de personajes de películas animadas, de tanto como había en el Toysarás.

Lo curioso es que a primeros del siglo XXI la empresa ya había tenido pleitos judiciales (con Amazon uno de ellos) y su modelo de negocio iba de mal en peor. Allí hemos estado muchos padres buscando las Monster High mientras la tragedia se cocía en Nueva Jersey, sede de la empresa, que se declaró en bancarrota en 2017. Mantuvo tiendas abiertas en Europa – aún tiene- y en Japón, donde sigue siendo un éxito porque los japoneses son dibujos animados en sí mismos.

En España continúan algunos centros también abiertos, pero en la remodelación de número de tiendas y plantillas de trabajadores a la de Córdoba le ha tocado perder, una ciudad que ya no cuenta con jugueterías ni tradicionales ni modernas salvo algunas franquicias que mantienen el tipo. Hay cierto perfil de establecimientos a los que Córdoba le ha dado la espalda, aunque curiosamente los cordobeses (o sea, la demanda) sigan acudiendo a Sevilla o Madrid para comprar en ellos. En este caso la decisión es estratégica desde una empresa externa que ha quebrado, pero sí que debería hacernos pensar por qué perdemos algunas cosas que otros sí mantienen. Es verdad que la venta on line tiene cada vez más peso – y de hecho Toysarás sigue vendiendo desde su web- pero la web no huele a nuevo, ni a ilusión ni a Reyes Magos. Sé que convergemos hacia el metaverso y también que algunos estamos más viejos. Pero no me digan que es igual un niño ante la pantalla del móvil viendo juguetes que la mirada de aquellos que traspasaban el umbral del Toysarás sabiendo que allí había un millón de juguetes solo para ellos. Y para nosotros, que aún sospechando que el exceso muere de éxito, nos permitía volver a disfrutar de lo que ya parece definitivamente perdido.