La importancia de reforzar los símbolos


Ese sentimiento de desafecto por los símbolos es algo bastante común en España

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Vista de la plaza de las Tendillas. /Foto: LVC
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Homenaje a la bandera de España. /Foto: Jesús Caparrós

El pasado miércoles centenares de cordobeses arroparon a la Guardia Civil en la plaza de Las Tendillas con motivo del inicio de los actos en honor de su patrona, la Virgen del Pilar, actos de carácter nacional que se desarrollarán en la capital cordobesa. Es un motivo de satisfacción el que Córdoba haya sido la elegida para este acontecimiento y por supuesto un honor, como la divisa del benemérito cuerpo.

En Las Tendillas tuvo lugar un encuentro cargado de simbolismo, por cuanto se dio un repaso a las diferentes banderas que han representado a la nación española desde el pendón de los Reyes Católicos, , para concluir con el izado de la actual enseña y la interpretación de nuestro himno, además de ‘La muerte no es el final’, en un emotivo recuerdo a los caídos en acto de servicio a España. Gran parte de los centenares de cordobeses que allí se habían dado cita cantaron la canción del sacerdote Gabaráin para finalizar con un “¡Viva la Guardia Civil! ¡Viva España!”.

Curiosamente algunos compañeros de los medios que cubrían el acto consideraban, sotto voce, que lo que estaba teniendo lugar era ‘anacrónico’ o ciertamente desfasado, si bien sus posteriores crónicas fueron impecables. Pero ese sentimiento de desafecto por los símbolos o por un cuerpo, el de la Guardia Civil, que presta un impagable servicio a los ciudadanos, es algo bastante común en España. Muchos coinciden en culpar al régimen franquista de ello, porque se ‘adueñó’ de los símbolos nacionales aunque en realidad lo que hizo el Régimen fue emplearlos para lo que están: simbolizar un sentimiento común de pertenencia. Ocurre que el Régimen, al tratar de hacerlo desde la fuerza del bando vencedor, consiguió todo lo contrario. Los daños colaterales los han sufrido desde entonces la rojigualda y el himno, entre otros, por no nombrar a la propia Guardia Civil que algunos aún quieren presentar como un cuerpo militar opresor.

Resulta triste que ese sentimiento de rechazo o desdén aún no se haya superado en democracia. Difícil es, desde luego, cuando además se refuerzan otras banderas, otros himnos y otras identidades dentro de la misma nación. Y peligroso, porque en el horizonte no caben los pequeños y excluyentes nacionalismos. La famosa Agenda 2030, agenda globalista, si algo tiene en su espíritu es el de la suplantación de las soberanías nacionales para imponer una doctrina internacionalista basada en el ecologismo indiscutible, la ideología de género y las identidades colectivas y líquidas. Un mundo feliz sin fronteras. Un nuevo orden mundial. La paz del anticristo, de la que ya advertía el padre Castellani.

De ahí la importancia de actos como el celebrado esta semana, que refuerzan una identidad de pertenencia más grande que la de los pequeños reinos de taifas que nos dividen y con la fuerza necesaria para plantar cara, como nación democrática y decente, a la agenda globalista y sus oscuros objetivos.