Domingo XVII del tiempo ordinario


Pidamos para que Cristo santifique a nuestros jóvenes novios y les inculque la seriedad y sacralidad del matrimonio

Queridos hermanos:

“Lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre”, podríamos titular la homilÍa de este domingo, que nos habla del matrimonio como uno de los 7 sacramentos por el cual los cristianos podemos santificarnos.

Así lo sintió Adán cuando le fue presentada la mujer como algo propio que le pertenecía, no como un bien material, sino como el complemento perfecto para vivir la santidad y multiplicar la humanidad,” Ésta sí que es hueso de mi hueso y carne de mi carne”.

Claramente la psicología del hombre y de la mujer son distintas, pero no reñidas, sino complementarias la una de la otra. Por lo que esa unión que existía desde el principio de la humanidad del hombre y de la mujer, Jesucristo en el Evangelio de hoy, la eleva a la categoría de Sacramento, o sea, algo santo y sagrado que viven los creyentes para su bien y el de la sociedad. “Por eso abandonará el hombre a su padre y a su madre y se unirá a su mujer y serán los dos una sola carne”. Nos habla de dos seres distintos en sexo y en carácter para formar una unidad indisoluble que solo la muerte puede disolver.

¿Es actual hablar de este Sacramento hoy? Claro que sí. Quizá más que nunca, cuando a la primera de cambio se suceden las infidelidades, las rupturas por falta de esfuerzo de ambos, el sufrimiento enorme de niños que ven a sus papás tirarse los trastos a la cabeza, siendo objeto no pocas veces de chantajes. Pena la del Corazón de Cristo que instituye algo tan bueno y tan santo y observa cómo la familia se destruye desde dentro y desde fuera.

Esposo, esposa, cuida del/de la que tienes a tu lado, sea la circunstancia que sea, y vivirás plenamente, “con yugo llevadero”, está vida del matrimonio que ha llevado al cielo a tantos y tantos cristianos.

Pidamos para que Cristo santifique a nuestros jóvenes novios y les inculque la seriedad y sacralidad del matrimonio, fortalezca las rodillas vacilantes y lleve a su lado a todos los que han peleado con uñas y dientes la unión sagrada que un día sellaron ante el altar del Señor.

Feliz Domingo, feliz día del Señor.