Un curso complicado por delante


La prudencia en estos casos – y siempre- es más favorable que el ruido y el sangrar público de heridas

 

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David Dorado. /Foto: LVC

A pesar de que el equipo de gobierno municipal ha dado por zanjada la enésima crisis del mandato, la reciente marcha del edil David Dorado del grupo de Ciudadanos, su situación actual como concejal no adscrito y un nuevo aviso de ‘tirar de la manta’ con el ‘caso infraestructuras’ como detonante, colocan al mandato de PP y Ciudadanos en una tesitura complicada, con solo 13 concejales y vías de agua abiertas a pesar de los mensajes tranquilizadores y el “polvo quitado de las almas” que dijo el alcalde Bellido en un arrebato de lirismo extremo.

Que David Dorado no parece bien asesorado es algo que resulta evidente por su actividad en redes sociales y su manera de decir adiós por los mismos canales. La prudencia en estos casos – y siempre- es más favorable que el ruido y el sangrar público de heridas. Que Ciudadanos es un grupo desecho también parece evidente y no le faltaba razón a Dorado cuando criticaba que sus ahora excompañeros llevan tiempo buscando acomodo en brazos más seguros y fiables, sobre todo porque el partido naranja es más un espectro que una realidad.

Que desde el PP se esperara desde el principio del mandato que algo así pudiera ocurrir con sus socios de gobierno -sobre todo porque llevan más tiempo en esto de la política y conocen mejor el paño-, no es algo que debiera llevarnos a sorpresa ni nada criticable ya que la experiencia, como sabemos, siempre es un grado. Que la desintegración paulatina del grupo naranja es peor de lo que ellos quizá esperaban, también. Queda el pacto refrendado pero débil en número y sobre todo de cara a la oposición, que sabe que enfrente sigue habiendo algún cadáver por llegar, un armario medio cerrado y una debilidad muy palpable a pesar de la entereza y confianza que se han querido mostrar.

Toca apretar los dientes, trabajarse mejor los apoyos, valorar más las verdaderas lealtades y esperar que nadie más dé una espantada o se marque un exabrupto, porque una ciudad como Córdoba merece más seriedad y menos vodeviles. El curso que queda por delante hasta las elecciones de mayo no va a ser fácil, desde luego.