Fiesta de la Virgen


Según el diccionario mariológico editado en Paulinas, la primera fuente que nos habla del nacimiento de la Virgen es el apócrifo protoevangelio de Santiago, que coloca el nacimiento de la Virgen en Jerusalén, en el lugar en el que debió existir una basílica en honor a María Santísima, junto a la piscina probática, según cuentan diversos testimonios, entre los años 400 y 600. Después del año 603 el patriarca Sofronio afirma que ese es el lugar donde nació la Virgen. Posteriormente, la arqueología ha confirmado la tradición.

La fiesta de la Natividad de la Santísima Virgen surgió en oriente, y con mucha probabilidad en Jerusalén, hacia el s. V. Allí estaba siempre viva la tradición de la casa natalicia de María. La fiesta surgió muy probablemente como dedicación de una iglesia a María, junto a la piscina probática; tradición que se relaciona con el actual santuario de Santa Ana.

La fiesta fue fijada el día 8 de septiembre posiblemente porque, representando María el papel del comienzo o proemium de la obra de la salvación (cf. la oración de colecta de la misa), era muy oportuno celebrar su nacimiento al principio del año eclesiástico según el Monologium Basilianum. Este es el día con el que se abre el año litúrgico bizantino, que se cierra con la Dormición, en agosto. En occidente fue introducida hacia el siglo VII y era celebrada con una procesión-letanía, que terminaba en la Basílica de Santa María la Mayor.

Hasta nuestros días ha ido in crescendo la devoción a la Santísima Virgen adquiriendo diversas advocaciones como hoy podemos comprobar en toda la provincia. Comenzando por la Virgen de la Fuensanta, patrona de la Diócesis de la ciudad de Córdoba. En este caso da nombre a la segunda feria de la capital cuyos orígenes van más allá del 1789, pero la devoción a la Virgen hunde sus raíces hacia 1420 con la aparición de la Madre de Dios al hortelano Gonzalo que vivía para cuidar a su esposa e hija enferma; más tarde, en 1450, se comenzaría a poner las primeras piedras que en el transcurso del tiempo nos dejaría el Santuario que alberga a la pequeña joya de Ntra. Sra. de la Fuensanta a la que los devotos cordobeses visitan multitudinariamente.

En la actualidad, movido por un laicismo desenfrenado al que sucumben los políticos y la cultura asociacionista vecinal, se quiere reescribir la historia de nuestra ciudad u obviar el pasado como si de la peste se tratara para inventar unos nuevos cimientos sobre los que construir otra identidad, otra historia.  En estas estamos cuando nuestro consistorio municipal, temeroso, timorato y acogotado, es cómplice de este desenfreno ideológico de desproveer de sus convicciones religiosas a la ciudadanía y de extirpar cualquier signo o palabra de la vida pública. Creer en un Estado laico, es decir, totalmente independiente de cualquier influencia religiosa, no implica negar lo evidente: que nuestra sociedad, y también nuestro Estado, se elevan sobre los cimientos de la cultura cristiana. Guardar y custodiar esa sana independencia la firmamos todos, pero nunca admitiremos como verdad asolar una tierra que es fecunda en la fe.

No sucede así en nuestra riquísima provincia, donde la devoción a María palpita en el corazón del pueblo y  desborda las barreras artificiales de la política. En nuestros pueblos, nadie, sea del signo político que fuere o tradición ideológica, se opone a que su patrona sea recibida con todos los honores, investida de alcaldesa y señora de todos los ciudadanos. La Virgen, la patrona, no se discute porque es vivida en el interior de cada corazón, desprovista de cualquier sesgo ideológico, es la Madre de todos, bajo su manto no hay diferencia, nadie se siente excluido.

Por eso, ardientes y enamorados corazones, hoy, saldrán acompañando a la Virgen de la Piedad en Iznájar, precedida de un inmenso río de luminarias asidas en las manos penitentes; y almas cargadas de promesas  también, a las plantas de la Virgen del Castillo, en Carcabuey. Mirarán a la refulgente Señora de la Estrella todos los villarrenses o en Aguilar de la Frontera a Santa María del Soterraño. Lágrimas derramarán en Adamuz al contemplar la mirada de la Virgen del Sol y plegarias subirán como incienso desde Villafranca al contemplar la Virgen de los Remedios, y los enfermos sentirán alivio al ver posarse en la cabecera de la cama la mano colmada de ternura de la Virgen de la Salud en Posadas, o paz en el alma turbada albergarán la ternura de la Virgen de la Consolación de Belalcázar, y otros vivirán un nuevo nacimiento amando en la pobreza a la Virgen de Belén en Palma del Rió, y así muchas más devociones en toda nuestra geografía provincial.

Pero, permítanme una pequeña licencia, un canto a mi patria chica, a la Señora que es la Reina de la Subbética cordobesa, a la Madre Auxiliadora, correndentora, intercesora, puerta de la eternidad, abrigo del penitente, bálsamo en la desolación, vara de pureza en la aflicción… Ella es la Virgen por excelencia, la Reina y Señora, alcaldesa perpetua de la muy ilustre y antigua ciudad de Cabra, que lleva en su enseña la bandera y tambor el Santo reconquistador San Fernando que ganó para siempre una tierra para la libertad, igualdad y progreso. Ella es la siempre eterna Madre Amada de la Sierra. Sí, así lo digo siempre, permitiéndome una licencia muy, muy personal, la verdadera imagen de la Virgen Santísima, la Virgen Milagrosa, la Virgen de la Sierra. Por eso cada septiembre, recordando las palabras de mi paisano Rafael Luna, añoro a mi madre y a mi padre, a mis hermanos, a mis abuelos, tíos, primos y amigos todos diciendo, con voz de niño:

«Vísteme de septiembre, Madre,

que quiero besar el aire.

¡Aire de nardos y Sierra!

Aire, aire, aire.»

3 Comentarios

  1. José Juan , impresionante artículo , verdades como puños, ya era hora que se hablara en un periódico claro. Enhorabuena!

  2. Precioso artículo. Sólo me falta Nuestra Señora de Villaviciosa. Patrona de Villaviciosa de Córdoba. Cuya historia de veneración y culto llegó tan lejos, que hoy preside el altar de la Santa Iglesia Catedral. Asi, en su pueblo, que la ama con locura, se venera su imagen coronada. Un saludo

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