Plusvalía y debate político


La hipocresía reina en todas las manifestaciones; una cosa es lo que dicen y otra la que realmente quieren

Esta semana comenzaba con la rapidísima actuación del gobierno reponiendo en el sistema tributario español el impuesto municipal sobre el plusvalía, que había sido declarado inconstitucional, en cuanto a su forma de cálculo, por el Tribunal Constitucional.

Ojalá se hubieran dado tanta prisa en otras materias que parecían mucho más urgentes, como la regulación de la privación de derechos fundamentales en los supuestos de pandemia, que también se han visto cuestionados por dicho Tribunal, pero que, al parecer, no les importa tanto como recaudar, hasta el punto de que han preferido la rapidez en la reposición del impuesto que una meditada nueva regulación más acorde con la realidad social y que nuevamente no se vea afectada por inconstitucionalidad por ser regulada por Real Decreto Ley. Sí, otro. Ese que se quejaba de que Rajoy gobernaba con demasiados decretos leyes.

Pero como ya se ha dicho casi todo respecto de la injusticia del impuesto, así como de su falta de acomodo a la realidad y su nueva vuelta de tuerca ideológica, queda por analizar las reacciones de nuestros políticos ante esta reforma, pues todos, absolutamente todos, han aprovechado para hacer campaña, importándoles muy poco, de nuevo, el bolsillo del ciudadano.

Curiosa la reacción de la portavoz socialista en el Ayuntamiento de Córdoba, Isabel Ambrosio, que al igual que sus compañeros de partido en el Congreso Andaluz, se rompen las manos aplaudiendo al Ejecutivo de Pedro Sánchez, por su “sensibilidad” con la administración local. Está claro que a estos socialistas la alabanza al César es lo primero, vaya a ser que no salga en la foto. Si a los ciudadanos se les cobra de más o el impuesto no resulta todo lo justo que debiera, eso ya importa menos. Lo que vale es que el “clin” “clin” de la hucha no pare. Alguna vez los ciudadanos deberían acordarse de estas posturas y dejar de hacerles “clin” en su urna electoral.

Pero aún me sorprende más las posturas de los portavoces de Podemos e Izquierda Unida, Cristina Pedrajas y Alba Doblas, curiosamente, defendiendo la voracidad impositiva del gobierno central y en contra de las bajadas de impuestos del gobierno municipal, porque, como siempre, les parece poco lo que pagan todos aquellos que están fuera de su espectro, cuando son ellos los que han redactado la norma y no se han acordado de aquellos a los que dicen defender, frente a unas bonificaciones que benefician por igual a todos los ciudadanos.

Tampoco se libra Vox de esta demagogia en este punto, pues les falta tiempo para la crítica (se ve que estamos preparándonos para elecciones) y antes de que se produzca el incumplimiento por parte del gobierno municipal ya se lo están recriminando, dando por sentado que no van a cumplir con lo pactado. Que se sepa la promesa de bonificar este impuesto por el gobierno municipal del Ayuntamiento de Córdoba está en marcha y, de hecho, en las Ordenanzas, que ahora habrá que reformar, ya se preveía la bonificación del 95% de la cuota en las transmisiones mortis causa, quedando pendiente el resto para el próximo año. Si no se cumple sería el momento de criticar, mientras tanto, mejor callar.

Perro tampoco se libran los partidos de gobierno municipal, PP y Ciudadanos, que con la boca chica han criticado la actuación del gobierno central por reponer el impuesto, pero que, en la realidad han suspirado ante el hecho de no tener que dejar de percibir el impuesto para sus arcas municipales. En el fondo, aunque crean y pretendan bajadas de impuestos, la realidad es que les puede la recaudación, pues si verdaderamente piensan que el gobierno central no tendría que haber repuesto el Plusvalía, sería tan fácil como llevar al primer Pleno la modificación de la ordenanza fiscal para bonificar en el 99,99% toda transmisión.

En definitiva, la hipocresía reina en todas las manifestaciones; una cosa es lo que dicen y otra la que realmente quieren, pues, en el fondo, sólo están por la lucha política, lo mal que lo hacen los demás y no por pensar en el bien del ciudadano.